En la antesala de las próximas elecciones del 13 de marzo y en medio de una crisis económica y social sin precedentes, por el estado de cosas inconstitucionales, las precarias condiciones fiscales de nuestro departamento y su inclusión en ley 550, además, de la prolongada crisis mundial de la pandemia del Covid-19, los futuros congresistas de la guajira, seguramente, estarán proyectando su agenda legislativa.
Indudablemente que, la actividad legislativa concentrara sus esfuerzos en un nuevo proyecto de país, como consecuencia de la disputa entre el gobierno y los manifestantes en las pasadas marchas nacionales. En consecuencia, se espera también un nuevo proyecto de departamentos y municipios. Colombia demanda reformas estructurales, y La Guajira, como región de provincia, debe ser uno de los departamentos más beneficiados con la próxima legislatura.
Aunque el próximo periodo legislativo depende en gran medida de las iniciativas desde el nivel ejecutivo del nuevo presidente de la república, por tratarse de un país con un régimen presidencialista. Pero La Guajira, debe convertirse en un futuro no lejano, en un propósito de país, como la joya de la corona de la nación por sus riquezas naturales y sus ventajas comparativas desde su ubicación geográfica a la cabeza de la nación hasta su extenso litoral. Ese debe ser el desafío y el interés superior, que le asista a la nueva clase parlamentaria que debutará el 20 de julio del presente año, ya que la Guajira necesita mejorar su capacidad de interlocución con la nación. Porque consideramos que, Colombia debe voltear la mirada hacia La Guajira y escuchar ese grito sordo del desierto que clama redención, en esta época de paz y postconflicto.
La Guajira debe hablarle al país a través del parlamento. La focalización del gasto social con justicia y equidad, debe ser el punto de partida de la gestión dela nueva clase parlamentaria. Los guajiros también somos colombianos y el país no puede condenarnos a vivir en el subdesarrollo, y en trampas de pobreza, sólo porque nuestra imagen se haya estigmatizado en el concierto nacional. Además, el congreso es el escenario de la democracia participativa por excelencia, y es desde allí, donde la Guajira debe propiciar el debate. Un debate enérgico, contundente y bien argumentado con indicadores de NBI y de pobreza multidimensional, con toda la retórica y las pruebas que amerita esta coyuntura histórica. Para despojarnos de esa mala imagen que le han puesto a nuestro departamento y a su gente, calificándonos como los peores hampones y corruptos del país. Somos un departamento productor de cuantiosos recursos naturales y que le hace una gran contribución con el 1,2% del PIB de la economía del país y se requiere que haya una tasa de retorno en el mejoramiento de nuestra calidad de vida, en el incremento de los índices de desarrollo humano y la reducción de las necesidades básicas insatisfechas. De las iniciativas de la nueva clase parlamentaria depende si seguimos como estamos o avanzamos, de tal manera que, el reto es inmenso.