La coyuntura de confrontaciones bélicas que tienen a Ucrania como escenario, tiene su especial y pintoresco capítulo en Colombia. Precisamente, no se trata de algo que la mayoría de colombianos ha tomado en serio, sino como apunte chistoso y caricaturesco de algo tan dramático y cruel como la guerra y el riesgo de un conflicto de proporciones mundiales.
El tema central de la mayoría de memes es la postura y las aparentemente duras reacciones del presidente Duque frente a Rusia.
Su tono amenazante previniendo a Rusia antes de acometer acciones bélicas contra Ucrania y su condena, una vez estas se presentaron, desataron la burla de los colombianos. Hasta Diosdado Cabello, el sátrapa que copreside Venezuela, ridiculizó en un programa televisivo la postura de Duque.
Un presidente con el país incendiado y en paro armado, con una demencial ofensiva del Eln, las disidencias y el Clan del Golfo; un país con altas cifras de criminalidad, que tuvo que pactar la paz porque en más de 60 años no fue capaz de ganarle la guerra a un ejército de unos 10 mil hombres de las Farc, un país con un armamento tan precario, aviones de más de 30 años de antigüedad, mostrando dientes de ratón en una batalla lejana de leones, nada más disparatado y caricaturesco.
Una vez más, el presidente Duque se expone a la burla de los colombianos. Es que no solo se trata de sus célebres salidas en falso, sino de un afán desmesurado de tratar de quedar bien con el presidente Joe Biden que lo lleva a este tipo de imposturas. Duque está pagando con acciones genuflexas el costo de las desatinadas relaciones exteriores. Para quedar bien con Trump, fue el gobierno vecino más hostil con Venezuela, aupó la una invasión que por fortuna no se dio. Luego, cometió la torpeza de ponerse al servicio de Trump en las elecciones de Estados Unidos, contrariando la histórica neutralidad colombiana en la política americana. A Duque no le ha quedado más que enviar reiterados mensajes a Biden para quedar bien y restituir la confianza.
Duque, con Biden, está como el marido que la embarró y no halla cómo contentar a la esposa. Pero, hasta ahora no ha logrado ni siquiera que el mandatario del norte se reúna con él. Su gobierno le dio un despliegue sobredimensionado en cierto evento cuando se cruzaron en una sala y se saludaron, lo mostraron como el anhelado perdón.
Esa actitud arrodillada de nuestro presidente es lo que explica por qué en toda gira internacional habla más de Venezuela que de Colombia para mostrarse como el mejor aliado de un proyecto desestabilizador contra el régimen de Maduro. Nadie vio como buena fe el buen gesto de Duque para regularizar la situación de miles de migrantes venezolanos en Colombia. Tanto así que Duque tuvo que salir a decir que no había ningún cálculo político en ese gesto. Sí lo había: quedar bien con Biden.