Quiero dedicar mis letras a la que a mi juicio es la canción más fascinante de Rafael Manjarrez. No está en el top 10 de sus canciones, pero a mí me inspira una sensación especial, diferente a las demás. ‘Amor de mi tierra’. Desde la entrada que hace Juancho, el gritico de Oñate “¡Ay amor lindo!” Pasando por cada palabra de esa bella historia de amor inocente y dulce que no tiene una sola frase perdida, me roban el alma y el corazón.
Junto con ‘Solo a usted puedo contarle’, de Roberto Calderón, mis favoritas de esa generación de poetas. Ambas casualmente grabadas por Jorge Oñate en un trabajo denominado ‘13 Aniversario’. Ese mismo año Oñate publicó también ‘El dilema de mi vida’, la obra que catapultó definitivamente a ‘Rafa’ en el álbum ‘El cantante’, creo que le robó el protagonismo que merecía ‘Amor de mi tierra’.
Otra cosa habría pasado si tal como estaba planeado la hubiese grabado Diomedes Díaz. “Esa canción la iba a grabar Diomedes, se ensayó en la tarde en el Hotel Niágara con ‘Colacho’ y al día siguiente no la grabó. (Jorge Oñate) Iba a grabar una canción de Calixto Ochoa, creo que ‘Cuatro penas’, ‘Calma mi melancolía’, de Gustavo, una de Carlos Huertas que le hizo a Marinita y otra que no recuerdo. Al día siguiente grabó otras y dejó esas por fuera; tu sabei como era ese loco.
Después de que regresamos de Bogotá después de pasar unos días en La Junta, vine al ‘Valle’, me bajé cerca de Los Cortijos, iba caminando pa’ la casa de Diomedes y venía ‘Boli’ (Bolívar Guerra), me echó el carro encima jugándose conmigo. “Móntate, vamos”, me dijo riéndose. “Adiviná de dónde vengo. Vengo de La Paz de llevarle un casette que le mandó Diomedes a Jorge Oñate”, expresó ‘Boli’. “Eran esas, las grabó toítas. Me contó Marciano Martínez”, añadió.
‘Amor de mi tierra’ lo descubrí unos 15 años después de su publicación, un amigo me regaló el CD y pude escuchar con atención todas las que no eran ‘El corazón del Valle’ y ‘Calma mi melancolía’, que me las sabía de memoria. Descubrí entonces dos crónicas cantadas, tan perfectamente construidas y con melodías sublimes: ‘Solo a usted puedo contarle’ y ‘Amor de mi tierra’. Así que si yo quería hablar de una canción con ‘Rafa’ sería esa que dice: “Y es que siento que los carros nada andan, que los relojes se paran cuando voy pa’ el pueblo” y esta hipérbole que es mi favorita en la literatura mundial: “Me dio una foto una vez, que sonreída se ve y yo la cuido. Yo no sé si son ideas, pero la foto, yo veo que al pelear nosotros se enseria conmigo”.
No existe otra canción en el vallenato que haya escuchado, ni libro que haya leído, ni poema por mi conocido, que a mi juicio, diga algo tan… No sé qué palabras decir. ¡WOW! Obviamente hablé con ‘Rafa’ de esa figura literaria.
“Esa hipérbole, yo no sé… Prima, yo he venido sosteniendo que uno tiene como un piloto automático que es como el subconsciente el que opera ahí, porque a uno se le ocurren esas cosas de un momento a otro y yo en mi caso cuando me ocurren me alegro mucho y la vierto inmediatamente en la obra que esté haciendo”.
¿En qué año compuso esa hermosura, a quien se la escribió, de qué internado habla?
“Prima querida del alma mía, exactamente no recuerdo el año, pero oscila entre 1983 y 1985 porque fue la época en que fui más prolifero estaba haciendo obras. Se la hice a una muchacha del pueblo, infortunadamente murió, se llamaba Doris López y ella estaba internada dónde las monjas en Villanueva, de manera que yo me volaba, me iba en bicicleta, me iba cómo podía a verla y apenas se asomaba por una ventanita por ahí. Pero eso para mí era la felicidad. Época bonita, prima. Ahora es fácil el transporte. Cuando eso, la gente ni sabía que La Jagua existía. Yo estudié en San Juan del Cesar y mis compañeros de estudio cuando yo decía que era de La Jagua me preguntaban que si de Ibirico, ni sabían que existía La Jagua del Pilar. De manera que recuerdo esos amores con mucha nostalgia y con un sentimiento muy bonito”.
¿Dónde estaba usted, estudiando? “Yo estaba en Barranquilla. Me fui en el año 1979 para esa ciudad a estudiar. Mi compadre Jorge Castro Pacheco y el doctor José Domingo Dávila me hicieron entrar a Corelca. Entré a la CUC (Corporación Universitaria de La Costa) a estudiar ingeniería civil, pero yo sabía que no era mi vocación, solo que mi papá no quería que yo estudiara derecho, porque él tenía una apreciación muy drástica de los abogados. Él decía que abogado y ladrón eran sinónimos, no compartía que yo estudiara derecho, y comencé a estudiar ingeniería civil, pero no era mi vocación. Yo soy más bien torpe con los números. Una vez percibí mis primeras regalías, que comenzaron a grabarme, resolví notificarle a mi mama y a mi papa que hasta ahí terminaba lo que estaba estudiando. Me daba mucha dificultad, sufría mucho porque yo tenía mucho sentido de responsabilidad y me esforzaba para ganar los semestres. Hice 7 semestres de ingeniería civil sin perder uno solo. Después me matriculé en la Libre a estudiar entonces lo que yo quería y no me arrepiento de mi decisión”.
¿Le escribió otras canciones a Doris? “Le escribí varias obras. ¡Claro! ‘Impedimento’, ‘Advertencia’, entre otras.
Las escuché y se me arrugó el corazón, en ese momento me dolió más que Doris López ya no viviera, se me antojó conocer la historia desde su corazón.
Ante la imposibilidad la imaginé. Con ‘Impedimento’ recree lo que debió vivir Doris, con ese hermano que no gustaba de ‘Rafa’ y ese novio orgulloso. Le tocaba dominarse y ni siquiera hablarle, y someterse a unos amores escondidos. Me la imagino acostada, llorando escuchando la misma canción, una y otra vez, sabiendo que era su amor que se la dedicaba desde la cantina del pueblo. Decidí que la canción que escuchaba era ‘Déjenme quererla’, de Marcos Díaz, escuchando ‘Advertencia’. Pude ver a un novio celoso, preocupado de que su novia, que censuraba lo que hacía él (me imagino que le fue infiel) le hiciera caso a su familia y de paso se desquitara.
Vi a Doris aceptándole visitas a otro galán, sin ser nada de él para encender los celos de ‘Rafa’ y que de ahí nació ‘Terminación’, interpretada por Juan Piña con un sentimiento sin igual.
Un homenaje a esa canción que hace 25 años me cautivó, cuando apenas cumplía sus 15 y que el próximo año le celebramos los 40. Honor al que es a mi juicio, el más prolijo, excelso y contundente cronista de la canción vallenata: Rafael Enrique Manjarrez Mendoza.