Como departamento, compelidos estamos a ponernos a tono con el agro y todo cuanto ello implica. La agricultura y la ganadería han determinado importantes cambios en el hombre desde que comenzó a domesticar plantas y animales, lo que le obliga a asentarse, establecerse, formar grupos sociales más grandes e intercambiar productos, lo cual permitió especializarse en tareas diversas, generando cosechar prosperidad a partir del agro.
Somos lo que comemos y dependemos en mucho de los recursos que nos brindan tierra y naturaleza. La relación ser humano y naturaleza es un todo indisoluble, interesando en consecuencia impulsar en grande la agricultura en particular y sector agropecuario en general, camino a consolidar para el Magdalena sólidos desarrollos humanos, sociales y crecimiento económico. Definitivo será sin duda impulsar a tope y desde definidas como coherentes y eficaces, políticas públicas en estas áreas productivas en el departamento, a efecto de alcanzar para todos los anhelos de progreso e integral prosperidad que tanto necesitamos como sociedad y aplazados están de tiempo atrás, por no decir que desde siempre.
Tenemos que a partir de nuestras propias como actuales realidades y necesidades, establecer un punto de partida para pensar el porvenir; más hoy, cuando enfrentamos una situación crítica que necesita desembocar en una solidez socioeconómica importante sustentable y sostenible, lo que indica preservar los recursos naturales disponibles y trazar políticas que orienten las acciones individuales y colectivas para la recuperación de los recursos que se están agotando; de ahí que nos corresponda modificar los sistemas de producción agropecuaria y los patrones culturales de consumo; en lo que aporta la responsabilidad de diagramar nuevos rumbos para no hacer más crítica e irreversibles lo que estamos viviendo en estas materias. Interesa hacer mayormente protagonista el sector del agro en bien de la economía de los pueblos y el bienestar de sus pobladores, buscar que se den indicadores de desempeño positivo, fortalecer su enorme potencial y pagar la deuda enorme que con él se tiene dado el abandono al que ha estado sometido, una de las razones por la que no ha despegado en su real importancia, dimensión, extensión y volumen.
Hay que reivindicar en grande las actividades del campo, procurarle nuevos y mejores escenarios y modelos de producción sostenible que impulsen el sector agropecuario a niveles ojalá insospechados, especialmente por cuanto bien sabido es que su participación en la economía y renglón exportador es clave para mantenerlo dinámico, con lo que se ayudará en alto grado a combatir desnutrición, hambre pobreza y miseria que viene afectando negativamente a una gran cantidad de nuestras familias en todos sus municipios.
Transformar la actividad agropecuaria es tarea prioritaria y paso importante para superar la inseguridad alimentaria que padecemos, lo que es un contrasentido en un departamento como el nuestro de inmenso potencial agrícola y exuberante biodiversidad.
Hagamos como algo esencial la recuperación del campo, entendamos que el crecimiento del Producto Interno Bruto derivado de una bien explotada agricultura será siempre importante y eficaz en la reducción de la pobreza; razón entre otras, para plantearnos como reto ineludible e inaplazable encaminar el agro por vía de sostenibilidad; pasar de la agricultura convencional a estadios autosuficientes y sustentables, lo que avala seguridad alimentaria, conservación, protección y cuidado de los recursos naturales de la mano de la innovación en el campo a través de la sostenibilidad en su gran espectro.
Conjuntar al sector agropecuario y con el desarrollo sostenible mediante políticas públicas y programas articulados a las nuevas realidades municipales, departamentales, regionales, nacionales y globales, recuperará la confianza y por ende la productividad y competitividad del agro.