Aunque, las encuestas de consumo cultural han revelado que son más los que tienen a esta música como preferente, es muy común encontrar, en algunos círculos, quienes no tienen para la música vallenata, sino valoraciones despectivas, o solo enfatizan el lado b del género: los saludos a narcos, traquetos y políticos corruptos, el machismo de algunas canciones, los escándalos de Diomedes, Silvestre o Ana del Castillo.
Las músicas de origen campesino como la vallenata, suelen librar una lucha de años para lograr un posicionamiento y reconocimiento del mainstream. Recordemos que, los primeros vallenatos se grabaron con guitarra para recibir el aval de la industria discográfica y del público por fuera del Magdalena grande. El país supo del vallenato, primero en guitarra y de allí que, muchos creen que fue primero en cuerdas que en fuelle. El acordeón siempre ha sido visto con sospecha, por una atávica ligazón a la cantina, la bohemia y las clases populares.
Una manera de menoscabar al vallenato, se presenta con las etiquetas. Esta música, así como otras del Caribe colombiano, aunque hacen parte de la nación, no se tienen como músicas nacionales porque esta etiqueta la acuñaron de manera exclusiva para las músicas andinas como el bambuco, el pasillo o la guabina. Tampoco como música popular, pese a que tiene todas las características de este tipo de músicas, ya que esa categoría de mercado se le endilgó solo a la música de despecho como la carrilera y las aclimataciones de la norteña mexicana.Aquí en nuestra región, cuando se habla de música caribeña, no se incluye al vallenato pese a haber nacido en el Caribe colombiano. Como caribeña solo se reconoce la música que viene de Cuba, Puerto Rico, incluso, la salsa neoyorquina. Tampoco entra el vallenato en la etiqueta de música tropical por mucho que seamos trópico. Curiosamente, la categoría más usada es la de folclor, aunque ya tiene muy poco de esa condición.
Entre la mayoría de musicólogos, músicos de formación universitaria, el vallenato ha sido mirado con menoscabo por ser una música generalmente diatónica, lo que quiere decir, que muy pocos acordeoneros logran pasar de la escala de siete notas principales. Para esos gurúes, eso le da una valoración de música “menor” o “incompleta” al vallenato, pero el mismo Héctor González nos recuerda que también el canto gregoriano es diatónico y nada más universal que este tipo de música.
Otro campo en el que el vallenato suele ser atacado con hostilidad, es desde las escenas de músicas sabaneras. Algunos de este grupo, le echan la culpa que el porro y la cumbia hayan perdido terreno comercialmente. En algunos hay una notoria contradicción: cuando los músicos vallenatos solo interpretaban las formas tradicionales, los acusaban de regionalistas que estaban despreciando las músicas sabaneras.