Espiritualidad de la Semana Santa

Los católicos con los ortodoxos, estamos prestos para celebrar la Semana Mayor, cuyo contenido es eminentemente espiritual y tiene que ver con los más sagrados cánones de la fe. El personaje central es nuestro Señor Jesucristo a quien acompañamos en sus últimos días con la ayuda de la liturgia. El desenlace de la vida de Jesús es la culminación de la misión que él asumió como obediencia al Padre Dios. Esta obediencia, llevada hasta el extremo, nos permite entender la paternidad divina respecto a nosotros humanos. Dios nos creó con la misma sabiduría con que dio existencia a la materia y a ésta con una potencia evolutiva tal, que fuera capaz de explosionar en diversidad de seres. El orden de la creación fue ubicándose según su propio desenvolvimiento. Y dentro de esos seres apareció la vida y vio Dios, nos dice la Escritura, que todo era bueno. Dios contemplaba en las cosas creadas su pensamiento, su intención, pues cada cosa llegó a la existencia con su propia identidad y cada cosa formó parte del gran marco del universo material.

Qué magnífico contemplar al Hacedor de cuanto existe, gozándose en el movimiento de su invento. Nuestra mente, con la ayuda de la imaginación, y a pesar de ser tan limitada, nos permite asombrarnos de la productividad del quehacer divino. Semana Mayor dispuesta y disponible para deleitarnos o en el ser más pequeño o en el más gigante de los astros para tangenciar con nuestra minúscula capacidad el esplendor maravilloso de donde procede cuanto vemos, palpamos, y que esta contemplación nos conduzca al canto jubiloso del ¡Gloria Dios!, por tanta maravilla.

Y la Sagrada Escritura comenta que Dios, hablando consigo mismo, deseó que saliera de sus manos y de su infinito amor, una criatura especial, y en efecto así aconteció y apareció al que nombró hombre. Y Dios diseñó esta criatura hombre material con algo más que simple materia, para que se pareciera a Él y pudiera compartir con Él. Quiso un hombre con características de Dios y desplegando sobre él su magnífico deseo lo plasmó varón y mujer, corona de cuanto existe. Y entonces le dio su bendición, lo colocó en el mejor de los planetas que había creado y le permitió compartir con él  la forma y vida de la tierra.

Qué tiempo el de la Semana Mayor para contemplar, más allá de las fragilidades del varón y la mujer, su grandeza, su belleza inmarcesible, su poder de dios minúsculo, sus quehaceres en la historia, sus logros y conquistas. Qué formidable contemplar, a una,  la gloria de Dios en su obra universal y la gloria de este dios hombre en su planeta tierra. Semana Mayor, cuya espiritualidad nos permite extasiarnos en la convivencia Dios y hombre. Dios, hecho en el cuerpo de Jesús de Nazaret, respiró nuestro aire, caminó nuestro polvo, comió nuestras viandas. Dios quiso convivir con su obra estrella, el hombre y así fue, y durante 30 años conoció la grandeza de su historia, la riqueza de sus variadas culturas y sus muchos adelantos, no obstante, también descubrió en él  la enfermedad tenebrosa de su desequilibrio interior, productor de todas sus dolencias.

Y el Dios Jesús lloró nuestros pesares, por eso se volvió maestro para ilustrar nuestras mentes. Pastor para consolar nuestras miserias y sacerdote para arrancarnos de la corrupción. Y el dios minúsculo hombre no valoró la convivencia de Dios Jesús el Nazareno, y lo llevó al Gólgota clavado en una cruz. Y el Dios Jesús no vengó las torturas recibidas, guardó silencio en su cadalso y solo tuvo palabras de perdón: “no saben lo que hacen”. La tierra, impresionada, tembló en el instante de la muerte del Dios Jesús, mientras que el minúsculo dios hombre ni se inmutó.  Dios Jesús dejó el sepulcro redivivo y está a la espera de que su obra cumbre, el minúsculo dios hombre, se redima, se recomponga, de modo que busque en su palabra la transformación, en sus huellas el camino, en la cruz su amor incondicional. Semana Mayor para sentirnos el minúsculo dios que somos, reconociendo nuestro desequilibrio para superarnos, de modo que un día podamos disfrutar entre nosotros la paz fraterna y con Dios su paterna convivencia. Semana Mayor para interiorizar, para recogernos, para silenciar nuestros extravíos, para buscar la sabiduría del maestro que nos ilumina, la ternura del pastor que nos comprende y el perdón del sacerdote que nos redime. Semana Mayor, unos pocos días al año, para sondear nuestro ser espiritual.

mgid.com, 541193, DIRECT, d4c29acad76ce94f improvedigital.com, 1944, RESELLER inmobi.com, c2391dc8a51e420480044992fe6dc4d7, RESELLER, 83e75a7ae333ca9d pubmatic.com, 159035, RESELLER, 5d62403b186f2ace appnexus.com, 4052, RESELLER contextweb.com, 561998, RESELLER, 89ff185a4c4e857c yahoo.com, 55771, RESELLER, e1a5b5b6e3255540 ogury.com, e91052177a44df900ef9977b4b8314fe, RESELLER rubiconproject.com, 9655, RESELLER, 0bfd66d529a55807 pubmatic.com, 161673, RESELLER, 5d62403b186f2ace sovrn.com, 349013, DIRECT, fafdf38b16bf6b2b lijit.com, 349013, DIRECT, fafdf38b16bf6b2b lijit.com, 349013-eb, DIRECT, fafdf38b16bf6b2b