Dios es parcial, Él asume la voz de los que no tienen voz, defiende a los más pobres, débiles y vulnerables: viudas, huérfanos, esclavos y extranjeros. Dios al liberar a los oprimidos de los opresores, al mismo tiempo con su acción poderosa y llena de amor, libera a los opresores de su conducta equivocada que les hacía someter a los demás y poseerlos como cosas, olvidando que son personas sin importar su condición social, política, económica, intelectual o religiosa.
Por eso Dios no puede ser imparcial, porque sería un Dios egoísta e indiferente, nuestro Dios es un Dios que siente, que se conmueve, este es su Pathos, palabra griega que significa eso, sentimiento, pasión, de ahí deriva Simpatía. Por lo que Apatía, es todo lo contrario. Mientras que Dios, es un Dios Simpático, nosotros muchas veces preferimos no elegir imitarlo, aunque dentro tengamos esa gran y extraordinaria capacidad. Pero Dios a nadie obliga, porque nos ha hecho libres y respeta nuestra libertad. Ahora bien, Él es más sabio que nosotros y nos indica el camino verdadero que nos da vida feliz: el amor. (Cf. Jn 14,6)
Así les denunciaba su hipócrita actitud religiosa. Pues mientras engordaban como vacas, sus hermanos más pobres del mismo pueblo, morían de hambre y ellos presentaban culto a Dios para tranquilizar sus conciencias. Por esa razón, les amonesta y advierte con duras palabras, prediciéndoles que como consecuencia de sus injusticias también ellos serían sometidos por pueblos más fuertes y opresores. Sin embargo, al mismo tiempo el profeta les anuncia siempre la esperanza del perdón de Dios, llamándolos al arrepentimiento y conversión en sus conductas de vida.
Por ello, para nosotros hoy ser cristiano verdadero, es algo profundo y serio, significa creer y sobre todo aceptar que Dios es Padre de todos, que en Jesús su Hijo todos somos hijos suyos y por tanto somos también hermanos, todos unidos bajo la gracia del Espíritu Santo que nos hace miembros de la familia de Dios. Debemos vivir para convivir en armonía con los demás, con nosotros mismos, con la naturaleza que es nuestra casa común y con Dios que nos ha dado todo.
Por ende, mi llamado como cristiano y sacerdote es a que no caigamos en el irrespeto, la descalificación, las mentiras, el miedo que de lado y lado hoy se promueven en la política, lo cual empaña la nobleza de la misma y además nos aleja de nuestra condición de cristianos auténticos. Recordemos las palabras del Maestro Jesús de Nazaret: “En esto conocerán que son discípulos míos: en que os amáis los unos a los otros” (Jn 13, 35). Este es el mejor antídoto contra la polarización ideológica que hoy vivimos. El respeto y amor debe ser mutuo, podemos no estar de acuerdo con los demás en su forma de pensar, pero eso no da motivos para denigrarlos. Es inaceptable la violencia en cualquiera de sus manifestaciones; “Ni King Kong, ni Porky.
Los insultos por la apariencia física son injustificables, vengan de donde vengan”, como dice Sara Castellanos. Porque quien no sabe reconocer la diversidad y alteridad, empieza anulando y termina matando como expresión extrema de esa violencia que es no reconocer o descalificar a los demás. Entonces el crimen de Caín contra Abel, se volverá a repetir periódicamente. Sólo cuando se decide amar y hacer el bien, el egoísmo y la maldad se detiene indiscutiblemente.