Pelear por política no es la solución

Polarización, crispación, división, sesgo. Estas palabras sinónimos, muestran la actualidad electoral colombiana, y que, si no se miran dentro del contexto de la discusión política, terminan cruzando la línea de la ofensa personal.

Antes, la polarización política se centraba en los partidos tradicionales, liberales y conservadores, pero ahora todo el mundo toma partido desde sus equipos móviles o electrónicos, despertando una gran crisis de ideologías que ha venido llevando a un gran número de aspirantes a hacer sus inscripciones a cargos de elección popular por firmas y no por partidos, restándole así relevancia al trabajo y posicionamiento partidario tradicional.

No sé si el fenómeno de las redes sociales es la causa de la polarización, pero indudablemente sí es un vehículo determinante y facilitador de la misma, eso lo podemos constatar en cada batalla que se viraliza, o en las estrategias que se implementan para conseguir un objetivo populista.

Esta discusión no debe ser una ‘erial’, ya que no se puede negar que la discusión política estaba monopolizada en sectores que solo verbalizabanel conflicto armado y el“no parecernos a Venezuela”.Hoy son otros los ingredientes, logrando ampliar el espectro político ideológico en el que las nuevas temáticas son la corrupción, los derechos de las mujeres (aborto), la ideología de género, la transición energética, la protección del medio ambiente, el fortalecimiento del agro, etc., pero no podemos normalizar que nos agotemos en ofensas como sociedad, esto no es guerra, la democracia representativa no puede funcionar correctamente si los opositores políticos actúan como si fueran el enemigo mortal.

Los políticos deben luchar y negociar para defender los intereses de los votantes. Pero negociar con enemigos y traidores es tan imposible como para un creyentenegociaraquello que considera sagrado. La política de hoy tiene menos que ver con el interés y más con la cultura, la identidad y la agitación de las emociones en las interminables cámaras de eco de la Internet. Pero cuando los líderes políticos explotan deliberadamente estas divisiones para inflamar aún más las hostilidades, pueden causar estragos en los sistemas poniendo en riesgo la garantía de la libertad y la seguridad de los ciudadanos.

Debemos civilizar la discusión política, y respetar las opiniones contrarias sin apasionamientos sesgados, sin satanizarlas y convertirlas en enemigas a muerte de las convicciones propias. Todos tenemos nuestras creencias, pensamiento e incluso intereses personales y es perfectamente válido. La clave es dar prioridad a la relación de amistad o familiar por sobre cualquier candidato o partido político.

Guardar silencio no invalida el argumento propio ni le resta valentía a la certeza de la elección que hemos hecho. Tengamos muy claro que, quien guarda silencio ante las opiniones políticas no es por falta de razonamiento ni determinación, pero ante la provocación es mejor conservar la compostura. Bien dice un viejo y conocido refrán, cuando la ignorancia habla, la inteligencia calla, ríe y se aleja.

En estos días hacía memoria del primer libro que me regaló mi tío Jesús Velásquez, «Al pueblo nunca le toca», de Álvaro Salom Becerra,   en la cual describe la historia de dos amigos pertenecientes a los dos partidos tradicionales de Colombia, quienes vivían esperanzados en que el día en que gobernara al país su correspondiente partido las cosas mejorarían y la situación para al pueblo sería más justa  y equitativa. Sin embargo, el tiempo pasó y gobiernos de ambos partidos se sucedieron alternativamente sin que se notara ningún alivio para el pueblo, que por el contrario, terminaron sus días tristes y desilusionados.

La gente se enfrasca en peleas y discusiones hasta llegar incluso a los golpes por asuntos políticos, y, en lugar de analizar a los candidatos y sus propuestas, cada quien prefiere su lugar de fanático. Porque lo que se promueve, y esto es bien peligroso, es que las personas tienen que estar con el que gana sin sopesar las virtudes y defectos que presentan aquellos que pretenden dirigir las riendas del país. Mi recomendación es que en estos días previos a las elecciones, es no  desgastarnos, hay discusiones que no valen la pena, por elcontrario sí es necesario tener un pensamiento crítico, hacer un análisis sensato de las propuestas frente a las necesidades reales del país y con mucha sabiduría elegir a quien consideremos más conveniente sin necesidad de agredir a quienes nos volveremos a encontrar.

“Votar a conciencia pasa igualmente por pensar no solamente en las preferencias individuales sino también en el bien de todos los ciudadanos. De ahí la importancia de recordar siempre que al sufragar no lo estamos haciendo únicamente a título personal, sino en nombre de todo un país que va a ser gobernado por quien resulte ganador de los comicios”.

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