En la paradisíaca y encantadora tierra del fique, la tierra de Diomedes, el inmortal cantante de música vallenata, y del Dr. Eduardo Lacouture Cuello, el mejor político que ha parido el departamento de La Guajira: La Junta, nació esta correcta, acomedida, y servicial persona.
Un ser humano diáfano, transparente, que regala manantiales de amor y cariño, a toda su familia. Su nacimiento se produjo el 25 de junio del año 1957, en el hogar conformado por Laudelino Daza Mendoza, un campesino probo, íntegro y supremamente confiable, y Dilia María Hinojosa Sierra, la mujer más noble y misericordiosa de toda la bolita del mundo, como dicen en mi tierra.
Cuenta con cuatro hermanos: Jairo de Jesús, Armando José, Carmen Alicia y el menor y consentido, José Jaime Daza Hinojosa.
Mi queridísima hermanita del alma Mary como suelo decirle, no conoce la envidia ni la maldad, vino al mundo a donarse, a prestarse para realizar obras buenas, es una destacada miembro de las pequeñas comunidades de su terruño, católica, apostólica y romana.
Defensora a capa y espada de la Iglesia Católica y de los preceptos del papa Francisco. Anualmente recoge y entrega regalos a niños de escasos recursos, su misión es ser útil, y asistir a quien lo necesite.
Si en el mundo egoísta y perverso en el que vivimos existieran muchas más personas como ella, el universo funcionaría mejor. Cuando se habla de alguien buena gente, Mary lleva la bandera, la que no escatima esfuerzos ni tiempos para hacer feliz a quienes se encuentran tristes.
Su infancia fue de venturas, de contentos, rodeada principalmente por mucho amor de parte de sus progenitores, jugaba a las muñecas, a las escondidas, a la maestra, gustaba de visitar el río y bañarse en el balneario ‘El Salto’, el pase de los laureles, y acompañaba a su madre a lavar la ropa en el pase de Ana Ramona, siempre acompañada de su incondicional e inseparable hermana Carmen Alicia, a la que adora con todas las fuerzas de su corazón.
Realizó sus estudios de primaria en la escuela rural de niñas de La Junta. A la edad de 15 años se trasladó a la capital del departamento del Cesar, Valledupar, se alojó en casa de su tía Vicenta, también vivió donde la gran Vila Sierra. Inició sus estudios de secundaria en el prestigioso colegio Loperena, algunos años en la jornada nocturna, para buscar ingresos en el día.
Pero como su mayor preocupación era ser alguien en la vida para poder ayudar a sus viejos, se inclinó por el bachillerato Comercial.
Se gradúa con honores en el Instituto Santa Teresita donde aprendió la mecanografía, la taquigrafía, la buena redacción, herramientas indispensables para poder buscar trabajo. Lo consiguió rápido.
Inició a laborar a temprana edad con doña Doris Castro de Villazón, y sus hermanas. Se ganó su confianza, demostró rápidamente su idoneidad, capacidad y buen desempeño, razones estas que la hicieron una empleada apreciada y respetada. Cuando presentó su carta de renuncia para buscar nuevos horizontes, no se la querían aceptar, y le advirtieron: “ojo, si decides volver aquí tienes las puertas abiertas siempre, ojalá y nunca nos dejarás”, le recalcaban.
Con la buena hoja de vida que logró hacer en Valledupar, y con un novio que da la vida por su pueblo, y juró vivir y morir en el, decidió solicitar trabajo en el recién creado en aquel momento Colegio de Bachillerato Hugues Manuel Lacouture, de La Junta. Sus talentos y preparaciones le abrieron puertas, y es por ello que es nombrada pagadora de esta institución, trabajó muchos años aquí, hoy está felizmente pensionada.
Contrajo matrimonio con un paisano, laborioso, el que no cambia a su tierra natal por nada en el mundo, un ser humano hacendoso y sincero: Álvaro Araujo Cuello, comúnmente conocido como ‘Alvarito’ o ‘Varo’, como le digo por cariño, el padrino de Rosa Elvira, la hija mayor del ‘Cacique’ de La Junta Diomedes Díaz.
El sacramento entre Mary y Varo se realizó en la Iglesia San Antonio de La Junta, el 20 de octubre del año 1978. De esta unión nacieron tres valiosos hijos: Roberto Luis, quien es administrador de Empresas de la Universidad Popular del Cesar (UPC); Andrea Paola, Psicóloga Clínica, de La Universidad Cooperativa de Colombia, con especialización en Gerencia de Recursos Humanos, de la Universidad del Norte de Barranquilla; y Silvia Marina Araujo Daza, Ingeniera Química de la Universidad Industrial de Santander (UIS) de Bucaramanga y Máster en Ingeniería Química de la Universidad Estadual de Campinas en Brasil.
Su hija Andrea, describe a su madre, como un ángel de Dios en la tierra, un ser maravilloso, lleno de luz, de paz y de amor para dar.
El ejemplo de la entrega, de la comprensión y el apoyo sin medida, del amor más puro, y profundo para su familia y amigos, dotada con el don del servicio y la humildad.
Muy inteligente, a pesar de las dificultades no se rinde, y nos demuestra día a día, que sí se puede.Temerosa de Dios, muy creyente y servidora de la Iglesia Católica, culmina diciendo Andrea: “me quedé corta, con esta descripción”.