El ingenio de los colombianos nos permite ser campeones mundiales previo a lo que pueda acontecer en un evento, por eso antes de ser una potencia mundial tenemos que ser una potencia nacional.
Posiblemente, en otros países también hagan el seguimiento de lo que pueda hacer el presidente en sus primeros cien días de gobierno. Pero la buena intención de adelantar lo propuesto se puede interferir con las tensiones internas, fenómenos naturales y conflictos internacionales de graves consecuencias en la economía.
Como se recordará, las crisis económicas mundiales por el desplome de las bolsas de valores, principalmente la de Nueva York, generan recesiones principalmente en países en vía de desarrollo y Colombia no es la excepción. Impidiendo la gestión propuesta en un programa de gobierno y su plan de desarrollo; el cual en cuatro años no puede ejecutarse y lo restante es desvanecido por el nuevo gobierno.
¿Qué puede hacer un presidente en sus primeros cien días de gobierno cuando aún no ha terminado de nombrar su gabinete? Frustrados declaramos que le hemos quitado el apoyo que le dimos en las urnas, porque no lograron los prometidos milagros durante los famosos cien días que le otorgamos de plazo. Sin embargo, los colombianos sufrimos de una crónica falta de compromiso social, que nos permite disfrutar de un gran comodísimo y nos induce a creer que solo al Estado le corresponde resolver los problemas del país; de cuyo estudio y solución solemos marginarnos.
A propósito de las gestiones de un presidente. En una oportunidad el expresidente norteamericano Harry Truman, cuando supo que Eisenhawer había ganado las elecciones presidenciales dijo: “Pobre ‘Ike’, se sentará en esta oficina y dirá: hagan esto…. y nada va a suceder”. Truman hablaba con ironía sobre lo que haría su sucesor, pero con amargura de quien no ha logrado sacar adelante lo que se ha propuesto.
Todo presidente de la República se propone un cambio, desde la erradicación de la pobreza absoluta, hasta acabar con las causas que afectan a los sectores más vulnerables de la población. O utilizar la sensatez, como lo hizo el expresidente Alfonso López Michelsen cuando el día de su posesión la gran prensa tituló: “El gobierno de la esperanza para un pueblo”, a lo que el presidente respondió: “De mí no esperen milagros”. No obstante, de venir revestido de expectativa de cambio con el MRL.
De los retos del presidente Petro los colombianos quedaríamos satisfechos con la paz total, frenar la corrupción y facilitar los medios para incentivar la producción. Así iniciamos la recta para una verdadera potencia de la vida. Y seguimos jugando al papel del coronel Aureliano, con la resignación del iluso que más bien por fanatismo espera cada viernes lo que nunca llegará sin un claro hasta cuándo y así se neutraliza la desesperación entre los actores antagónicos de los sectores ideológicos. pero al fin convencidos de que la vida es lo más bello que hay.