Cualquiera que sea la interpretación que los expertos en humanización califiquen que las cualidades humanas dependen del artilugio digital, no deja de ser una preocupación que nuestra vida privada está dependiendo del excesivo uso digital y de la irresponsabilidad del ciberbullying que al final termina vulnerando nuestros derechos.
Especialmente porque una persona desde un falso perfil puede publicar una realidad privada o una falsedad bajo un toque morboso para llamar la atención de los consumidores digitales y éste al mismo tiempo replica o multiplica, sin saber que con reenviar ese mensaje también está participando de la molestadera, amenaza, acoso, humillación o vergüenza que le están haciendo pasar al afectado.
En la medida en que la tecnología y la digitalización avanza, nuestra vida privada está a merced de los irresponsables que desde un celular o cualquier otro equipo conectado al internet nos puede afectar nuestro buen nombre, he allí en donde pedimos que se debe penalizar con mayor agresividad este tipo desprestigio que los inescrupulosos utilizan mediante los falsos perfiles.
El mundo del internet está avanzando de manera acelerada y no lo podemos detener, pero a través de las redes las antiguas costumbres cotidianas están cambiando nuestra cultura de interactuar con nuestros familiares, especialmente con nuestros hijos. Antes las conversaciones eran de tú a tú o ‘face to face’, hoy conversamos en una reunión a través del WhatsApp; los niños han cambiado sus antiguos sonajeros o juguetes infantiles por una tablet o un celular, pero estamos llegando al extremo, los atracos a mano armada y otros delitos económicos, vienen siendo sustituidos por los delincuentes a través de los delitos informáticos que desde cualquier dispositivo desocupan cuentas bancarias.
Y qué decir de los chismosos, los militantes a esta ficción fomentan la injuria y la calumnia, poniendo al escaño público el nombre y la imagen de una persona a través de las redes sociales, además, la intimidad de una persona dejó de ser el tabú a donde no predomina el respecto. A esto es lo que hoy le estamos llamando humanización digital.
No nos oponemos a la transformación digital que está sufriendo la humanidad, lo que estamos diciendo es que el gobierno colombiano debe penalizar con mayor rigurosidad y celeridad el desprestigio que se da por las redes sociales en contra de una persona que al multiplicarse en su mismas características pasa a ser un tema social, dándole riendas sueltas a los pandilleros virtuales, los mismos que transitan por las redes sociales gozando con el sufrimiento físico o psíquico de quienes son blanco de su sadismo o crueldad digital, sin importar que después se descubra que son falsas las informaciones o imágenes y es allí en donde logran su objetivo, de crear la zozobra entre un grupo familiar o una comunidad, teniendo en cuenta que todo muere cuando los mismos investigadores califican este tipo de delito digital como un ‘Fake news’ y mientras tanto, el buen nombre y el sufrimiento de la persona queda en entredicho.