Exaltando hoy, a un hatonuevero compositor, músico, cantautor, mujeriego, parrandero, juglar, catalogado como gran Maestro del vallenato, ah…Y en una entrevista famosa, reveló ¿Para qué me tiene Dios en la Tierra sino puedo ver? Pues para componer, todo lo que describo en mis canciones lo veo con “Los ojos del alma”. Símbolo de la música vallenata, y autor de más de 350 canciones excepcionales todas.
En la bella y exuberante tierra Guajira, donde mucha gente afirma que es la verdadera cuna de los más grandes y mejores intérpretes vallenatos, en medio de pajales, de paisajes inhóspitos, pasando ríos y quebradas, un 20 de febrero del año 1920, nace este juglar, grande e irrepetible ser humano, quien, a pesar de haber nacido sin el sentido de la vista, desarrolló una visión sin límites, le tocó tropezarse y caerse muchas veces, pero esto no fue impedimento para que acrecentara otras virtudes y capacidades.
Vino al mundo con él un símbolo de la música vallenata, se dio a conocer por su composición narrativa y descriptiva, afloró a la vida en la vereda del Alto Pino, zona veredal de Lagunita de la Sierra, ubicada en jurisdicción del municipio de Barrancas La Guajira en aquella época, hoy todo este entorno pertenece al municipio de Hatonuevo, en la provincia de Padilla.
Sus Padres fueron, Abel Duarte, hombre recio y de un temperamento fuerte y María Ignacia Díaz; gente netamente campesina, quienes dependían de lo que producía la tierra, ambos a tempranas horas se iban a cultivar, a limpiar y a recoger los frutos que cosechaban, y aquel niño que por su discapacidad visual más bien les iría a estorbar en sus labores le tocaba quedarse solo, escuchando el canto de los pájaros, el murmullo de la brisa, oliendo las plantas cercanas a la casa de barro donde vivía. Sufrió lo duro del desprecio, discriminado por no ver, y convivió con heridas, rasguños y moretones, pues mientras se familiarizaba con todas las cosas que habían a su alrededor se caía, y golpeaba con mucha frecuencia.
En su infancia y adolescencia, muchas veces renegó, pasó ratos tristes, se volvió rebelde, padeció humillaciones, sufrimientos, lloraba y se preguntaba porque nació ciego, pero poco a poco fue asimilando y aceptando su ceguera, descubrió la presencia de Dios en su vida, y desde ese momento cambió totalmente, manifestaba que una voz lo alentaba y le susurraba cosas en el oído, decidió abandonar la región donde vivió sus primeros 17 años y emprendió la búsqueda de una nueva vida, donde pudiese conocer más gente, y encontrar horizontes más promisorios y de mayor felicidad, se animaba y muchas veces se preguntaba y se respondía, en voz baja, “no es caer sino levantarse”, se decía así mismo.
Comenzó a manejar los desprecios que a veces le hacían, no se rendía y se propuso salir adelante contra vientos y mareas. Su primera canción la compuso culminando sus 17 bien vividos años y la tituló “La Loba Ceniza”. En el año 1948 se traslada a Hatonuevo y entabla una gran amistad con un músico muy famoso en ese momento el gran “Chico Bolaño”, quien muere y Leandro viaja a las tierras del departamento del Cesar, exactamente a Tocaimo, muy cerca del municipio de San Diego, allí le nace la hermosísima canción “La Primavera”.
Leandro, cuentan sus amigos y familiares cercanos contó con 15 hermanos, entre ellos Arturo y Urbano Díaz, quien también sufrió la desdicha de la ceguera, y compuso varias canciones.
A Leandro lo llamaron ‘El hombre que ve con los ojos del alma’, ‘El homero de la Provincia’ ‘El rey de la Diosa Coronada’, ‘La Historia Andante’; sus mayores fuentes de inspiración fueron; la tristeza y el dolor.
La mujer que le acompañó y la que muchas veces le leía, libros y poesías fue; Helena Clementina Ramos, con quien tuvo 5 hijos, entre ellos, Oscar, Diana e Ivo Díaz, quien heredó su vena musical, y se ha convertido en un exitoso compositor, verseador y cantante de la música vallenata, pero la bella dama que le inspiró dicen algunos su mejor canción fue Matildelina, donde está la expresión que a ningún otro ser humano con sus cinco sentidos completos se le había ocurrido escribir: “Cuando Matilde camina hasta sonríe la Sabana”. Se le conocen 3 hijos más fuera del matrimonio, con mujeres poco conocidas, para un total de 8 hijos.
Compartió su etapa de Juglaridad, con otros compositores de relevada importancia como; Emiliano Zuleta, Lorenzo Morales, Carlos Huertas y Rafael Escalona,
En la versión 38 del Festival de La Leyenda Vallenata, fue proclamado como Rey a La Vida del Festival Vallenato, junto a Rafael Escalona, Emiliano Zuleta Baquero, Calixto Ochoa Campos, Adolfo Pacheco y Tobías Enrique Pumarejo.
Su obra La diosa coronada, fue retomada parcialmente en el epígrafe de la novela; “El Amor en los tiempos del cólera” de la autoría de Gabriel García Márquez, “en adelanto van estos lugares ya tienen su diosa coronada”.
Su primera canción la grabó Luis Enrique Martínez, hace más de 50 años, se llamó: “A mí no me consuela nadie”, en aquel momento la titularon: “Esperanza Perdida”.
A la edad de 85 años fallece el maestro Leandro días, el 22 de junio del año 2013, sus exequias se llevaron a cabo en el cementerio central de la ciudad de Valledupar Cesar.
El gobierno del Cesar, el pasado 10 de febrero, develó una escultura en cera con la imagen del grandioso y siempre recordado Leandro Díaz, esta se convertirá, en uno de los componentes folclóricos del centro cultural de la música vallenata que está en plena construcción actualmente, la figura escultórica del juglar guajiro, hará parte de una colección de estatuas en cera que representarán a los más importantes músicos y compositores del folclor vallenato, las cuales se exhibirán en el museo vallenato, será un sitio turístico llamativo.
El evento tuvo lugar en la biblioteca Rafael Carrillo Luquez, fue una ceremonia solemne que incluyó un conversatorio sobre la vida y obra de Leandro Díaz, los panelistas fueron tres versados: su hijo Ivo, el compositor e historiador Julio Oñate Martínez, quien presentó su libro: “El Visionario”, basado en Leandro y el estadista de música vallenata Wilfredo Rosales, disfrutamos también de un interesante recital de las canciones de Leandro, interpretadas por los hermanos Carrascal y cantadas magistralmente por su hijo Ivo.
La escultura en cera la realizaron: Misael Martínez y John Peñalosa, los mismos que hicieron la de Alfredo Gutiérrez, el proceso de elaboración de dichas esculturas, tomó un tiempo aproximado de dos meses, recalcan con orgullo que ha sido una experiencia maravillosa, nunca visto en Colombia, somos pioneros en este tipo de trabajos, su hijo Ivo cuando la vio gritó fascinado no joda “mi papá quedo igualito”.
“Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”.