La omnímoda cultura occidental

Existen diferentes puntos de referencia que gerencian la vorágine contemporánea de nuestra evolucionante sociedad, según sea el análisis o estudio que se quiera hacer para identificar influencias internacionales. Pueden ser posiciones económicas que alinean Estados, o criterios políticos que aglutinan formas de poder, o ideologías emergentes que atraen mentes desubicadas, o creencias religiosas que superan fronteras nacionales. Las visiones pueden ser múltiples. No obstante, las raíces son más profundas, poderosas e influyentes.

Políticas, ideologías, economía sobrenadan el mapa geopolítico del planeta sin echar raíces en ninguna parte, porque aunque poderosas, son efímeras. Circunstancias sociales o de liderazgo o fortuitas permiten que aparezcan o desaparezcan, no importando el tiempo que hayan ejercido su hegemonía. Recordemos el poder faraónico, o la filosofía griega, o la permuta en lo económico o la manufactura agrícola; ocuparon su espacio, fueron poderosas, motivaron ascensos o condujeron a la quiebra.

El humano es una especie en la que prima el vivir; y el vivir es lo existencial, que desde el primer momento echa raíces profundas en el tiempo, espacio, se inserta en el pensamiento, cotidianidad, evolución, en el quehacer del ser humano. A este fenómeno de coexistencia vital se le denomina cultura, con la que cada ser humano nos identificamos. Tan poderosa y profunda es esa cultura que aún desapareciendo la colectividad humana que la engendró, persiste, apareciendo espontáneamente en los descubrimientos antropológicos, permitiendo sorprendentemente a los estudiosos poder recrear una cultura que reinó y que se resiste a desaparecer, contentándose con ser observada, admirada en los museos y bancos de ancestros humanoides.

La cultura reinante y que engloba la coexistencia vital es la omnímoda cultura occidental que nace en esa parte geográfica que conocemos como Europa, ella puede ser la madre, pero la cultura occidental la desbordó, la superó. La cultura occidental es un ente existencial que desplazó su matriz para impregnar geografías, idiomas, costumbres e historias distintas. Formas de vida, expresiones, vestuario, vocabulario, sonidos musicales, instrumentos de comunicación, comportamientos colectivos, se dan, se producen con idéntica plasticidad en Sri Lanka, Australia, Bielorrusia, Italia, Guyana, Zambia, Groenlandia, Martinica, Baleares. La cultura occidental ha logrado que otras culturas contemporáneas hayan permitido ser permeadas y satelizadas. Esta cultura occidental nos puede conducir a la estabilidad planetaria o, lastimosamente nos puede llevar a la desintegración, pues ella se ha hecho autónoma superando economías, ideologías, creencias, políticas.

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