En medio de las dificultades, La Guajira ha contado con la bendición de Dios de tener una posición estratégica en nuestra geografía que históricamente no ha sido golpeada en grandes magnitudes por las tormentas y huracanes que han hecho tránsito por el mar Caribe, pero que sí ha recibido el azote mediante coletazos de los diferentes ciclones tropicales, dejando inundaciones, aislamiento vial y damnificados.
En la escala de los eventos ciclónicos que han pasado por el Océano Atlántico y en medio de la dificultad que su tránsito genera, hemos salido bien librados, lógico con algunas excepciones de huracanes devastadores como el mal recordado Joan, que para mediados de octubre de 1988 causó la muerte de varias personas y la destrucción de varias propiedades en la jurisdicción de Riohacha, Uribia y Manaure.
Recordemos que previo a la llegada a las costas de La Guajira del mortífero huracán, este había hecho sus estragos en Venezuela y otros países del Caribe, en donde se escucharon voces que el fenómeno natural iba a perder fuerza una vez hiciera contacto con la península colombiana, pero el entonces Joan se caracterizó por un extraño comportamiento que le permitió tomar fuerza en el mar Caribe.
Nosotros somos del criterio que una región jamás puede estar preparada ciento por ciento para afrontar el azote de un fenómeno natural, pero las entidades en cabeza de cada uno de los gobiernos sí pueden preparar la infraestructura vial de las poblaciones. Y no como está ocurriendo en este momento en la Alta Guajira, cuyos habitantes aparte de recibir afectaciones en sus viviendas, también se convierte en una tortura el mal estado de las entradas y salidas de sus localidades, lo cual imposibilita la movilidad por estas vías o más bien caminos de herradura.
Mientras los diferentes gobernantes definen los proyectos a través de los cuales se mejore la infraestructura vial de La Guajira, los habitantes de esta zona seguimos pegados a Dios para que nos sigan viendo con ojos de piedad ante los embates que puedan causar todas estas temporadas de huracanes que se forman en el mar Caribe y que en su mayoría nos afecta con coletazos, gracias a la posición geográfica de la península colombiana, la cual no permite que los huracanes ingresen de frente a nuestro territorio, llegando solo los vientos fuertes y las lluvias que generan inundaciones, daños en sus bienes y muchas personas damnificadas.