Durante el 2018 continuó la muerte de niños por desnutrición en La Guajira, superando el promedio de los últimos 8 años, que es una clara señal de que pese a las intervenciones de múltiples entidades y organizaciones sin ánimo de lucro, incluso organizaciones internacionales, el problema parece no reducirse, por la simple razón de que se sigue haciendo lo mismo, sin entenderse el problema y por ello se siguen obtenido los mismos funestos resultados.
Y lo peor, en el Plan de Desarrollo 2016 – 2019 de La Guajira, adoptado por ordenanza, el cual por primera vez en la historia dejó registrada y visibilizada la dura crisis de los niños guajiros y de sus etnias, con medición de cientos de variables que podrían haber servido de base para empezar a desarrollar soluciones reales, desafortunadamente esta fue omitida en el nuevo Plan de Desarrollo 2017 – 2019, el cual está vigente y fue adoptado por decreto, trayendo como consecuencia que se volvió a caminar a oscuras para enfrentar esta crisis que se volvió permanente.
El problema de los niños wayuú, wiwas, koguis, arhuacos y afro rurales, incluso urbanos, es que son la mayoría del Departamento. Esto va más allá de la simple mortalidad o el hambre, esas problemáticas están destapando problemas más profundos y estructurales sobre los cuales no se quiere hablar ni intervenir; la solución no es llevar sobrecitos con micronutrientes a niños que no tienen nada de alimentos sólidos para consumir, ni tampoco se soluciona llevando mercados, esas son soluciones de emergencia que no pueden ser permanentes y que de todas formas no le están llegando a todos, porque los resultados así lo demuestran.
Las soluciones deben ser de fondo, donde se generen capacidades en las comunidades para salir adelante, aquí el problema es de pobreza multidimensional, de bajo o casi nulo desarrollo de los territorios, de desempleo y escasos ingresos familiares, de vulneración sistemática de derechos por no facilitarles a estas poblaciones el acceso a los mínimos vitales de bienes y servicios de los que disponemos los demás colombianos.
Hablar de índices de pobreza multidimensional en Manaure que llega a 91.5%, o Uribia a 89.5%, es hablar de una catástrofe, pero lo peor no está en que esa población esté sumida en la pobreza, lo más grave es que desde la institucionalidad y la sociedad, sabiendo esta situación, no se haga nada para solucionarlo.
La crisis de las etnias se termina convirtiendo a su vez en un obstáculo en el camino del desarrollo, generando un ciclo vicioso del que no pareciera poderse salir, no es posible hablar de desarrollo económico y social con estas graves cifras sociales. La Guajira continúa ocupando los últimos lugares en competitividad, en educación, en salud, en seguridad alimentaria, en empleo, etc., donde vale la pena preguntarnos, ¿cómo queremos que empresas privadas se queden en La Guajira, generen empleo y dinamicen la economía, si la mayoría de la población es pobre extrema, mal preparada y en crisis constante?
Acaba de salir el Índice de Competitividad donde La Guajira una vez más y como todos los años, ocupa unas veces el último y otras el penúltimo lugar, donde entre las 64 variables evaluadas, se destaca que entre 27 departamentos en cobertura de acueducto ocupamos el puesto 25, en cobertura de la energía eléctrica el puesto 26, en cobertura neta en preescolar el puesto 19, en cobertura neta en educación primaria el puesto 23, en cobertura neta en educación secundaria el puesto 27, en cobertura neta en educación media el puesto 27, en cobertura bruta en formación universitaria el puesto 25, en graduados en posgrado el puesto 26, en el puntaje pruebas Saber Pro el puesto 26, en mortalidad infantil el puesto 26, en mortalidad por anemia (desnutrición) el puesto 27 y en inversión pública en protección integral a primera infancia el puesto 23.
Nos urge formular varios planes estratégicos que superen las instituciones mismas y los límites de los propios planes de desarrollo cuatrienales, unos planes de largo plazo, consensuados, concertados y de carácter vinculante para todos en La Guajira, así:
1. Plan de garantías de los derechos de los niños guajiros: formular un plan integral, de corto, mediano y largo plazo, multisectoriales y multidisciplinarios para garantizar los derechos de la niñez (especialmente rural e indígena).
2. Plan adaptación al cambio climático de La Guajira: formular un plan integral, de corto, mediano y largo plazo, multisectoriales y multidisciplinarios para combatir los efectos de cambio climático y adaptación al cambio climático de La Guajira.
3. Plan para erradicar la pobreza extrema en La Guajira: formular un plan integral de corto, mediano y largo plazo, multisectoriales y multidisciplinarios para el cierre de brechas de pobreza extrema en La Guajira.
4. Plan para garantizar la seguridad alimentaria en La Guajira: formular un plan integral de corto, mediano y largo plazo, multisectoriales y multidisciplinarios para estimular y recuperar la actividad agropecuaria tecnificada y eficiente en el Departamento, en aras no solo de generar seguridad alimentaria sino generar excedentes de calidad para su exportación.
5. Plan para acelerar el desarrollo económico y la competitividad del Departamento: formular un plan integral de corto, mediano y largo plazo, multisectoriales y multidisciplinarios para estimular el desarrollo de renglones incipientes o aún no iniciados en sectores alternativos de la economía como el turismo y la generación de energías limpias renovables, desanclando al Departamento de la dependencia de la minería del carbón, en aras de generación de empleo de calidad, generar nuevas fuente de ingresos tributarios y dinamizar la economía.
Todos estos planes estarán interconectados, unos impactarán en los otros, por eso deben desarrollarse simultáneamente definiendo actores, cronogramas, responsabilidades, fuentes de recursos, etc.
Lo único cierto es que si seguimos caminando a oscuras no llegaremos a ninguna parte, y si seguimos haciendo lo que siempre hemos hecho, seguiremos teniendo los malos resultados de los últimos años y nunca saldremos de este atolladero, y posiblemente dentro de 5, 10 o 20 años, estemos repitiendo lo mismo que estamos diciendo hoy en día.