Finalmente, Cerrejón y su sindicato Sintracarbón llegaron a un acuerdo para firmar una nueva convención colectiva de trabajo, terminando una huelga que paradójicamente parecía ser la mejor alternativa a un acuerdo negociado para ambas partes, lo que la llevó a ser la más larga de la historia de las relaciones laborales de esta empresa.
Ahora es importante, como parte del cierre del largo proceso de negociación, que en realidad fueron dos, que tanto Cerrejón como Sintracarbón hagan una profunda autoevaluación, desde sus respectivas perspectivas, para identificar las lecciones aprendidas y las oportunidades de mejoramiento de las estrategias planteadas y desarrolladas en esta oportunidad. Es muy conveniente que cada una de las partes reflexione sobre las causas y consecuencias de esta huelga; es decir, identificar qué se logró –si se puede hablar de logros–, qué se pudo haber hecho mejor, qué se perdió –que sin dudas fue mucho– y cómo habría que abordar las próximas negociaciones para que las decisiones que se tomen sean pragmáticas y responsables socialmente. Una huelga tan larga, esta vez de 91 días, tiene que hacerse irrepetible si no se quiere acabar con una importante fuente de empleo y desarrollo, como lo es esta empresa que todos debemos valorar en La Guajira.
Superado este conflicto laboral, y ahora con una nueva convención colectiva de trabajo con mayor vigencia, el paso que sigue es que tanto la administración de Cerrejón como los trabajadores sindicalizados aúnen esfuerzos y logren la sinergia necesaria para retomar el ritmo operacional, en forma saludable y segura, trabajando en equipo, con entusiasmo y compromiso, para recuperar los niveles de productividad y competitividad requeridos para asegurar la sostenibilidad de la empresa y de los beneficios de todos los empleados y familias, de las comunidades y La Guajira en los tiempos venideros.
Solo las empresas más competitivas podrán salir airosas en un mercado del carbón con baja demanda y bajos precios. Que Cerrejón haga parte de ese grupo de empresas solo dependerá de los resultados exitosos que se obtengan hacia adelante mediante el trabajo en equipo de la administración y de sus trabajadores. Por supuesto que el gobierno tiene un rol importante en este proceso, al igual que los representantes del poder judicial, mediante normas y decisiones que faciliten el desarrollo de las actividades de minería legal en el país.
Toda la industria carbonífera en el mundo ha sentido el impacto negativo de la pandemia generada por el coronavirus; sin embargo, vendrá la recuperación económica y la consecuente mayor demanda de energía. A pesar del incremento significativo de las energías renovables a nivel global, como consecuencia de la transición energética, impulsada por el cambio climático, al carbón térmico aún le quedan décadas de uso como fuente para la generación de energía, especialmente en países asiáticos, entre ellos Japón, donde aún se construyen plantas generadoras de energía con base en el carbón.
Sin dudas este será un mercado complejo para el carbón de Cerrejón, por los altos costos de los fletes, pero hay que prepararse para competir en esas nuevas condiciones.
Sin embargo, no se puede ignorar el mensaje que algunos expertos, como la Agencia Internacional de Energía –AIE– nos envían en los que vaticinan que, como consecuencia de las intensas políticas climáticas de varios países, inexorablemente habrá una reducción significativa en la generación de energía con base en el carbón térmico en las próximas 2-3 décadas.
Los productores de carbón térmico, entre ellos Cerrejón, tienen la obligación de prepararse para competir en un mercado con esas nuevas condiciones de bajos precios e incertidumbre en la demanda internacional futura de este mineral; a lo que habría que agregarle el agravante de la lentitud e incertidumbre que existen a nivel nacional en las decisiones relacionadas con los temas ambientales, sociales y jurídicos.