Esperé más de un mes como tiempo de reflexión a que mi espíritu y pensamiento se serenaran para poder escribir objetivamente lo que me pasó el pasado 23 de diciembre, víspera de Navidad, mientras hacía fila para ingresar a los cajeros del BBVA zona del mercado viejo de Riohacha.
Serían las 5 y media de la tarde hora en la que por la época del año oscurece más temprano y poco se ve, cuando estando en la fila escucho una voz a mi espalda que dice: “identifíquese”, doy media vuelta y me encuentro de frente con alguien que no pude distinguir en ese momento, vestía ropa oscura y tenía puesto un pasamontaña, mi reacción obvia fue preguntarle quién era y me respondió que “patrullera” de la Policía; con cédula en mano intenté identificarme pero al ver que estaba sola sospeché que pudiera ser un bandido puesto que no observe ningún distintivo de policía en su vestimenta, entonces le dije que yo me identificaba sí ella, a su vez, se identificaba con su placa de Policía.
La señora se ofendió y entró en cólera, pidió apoyo por radio y al rato llegó un policía motorizado, ahí terminó mi duda que no fuera policía y entonces le extendí mi cédula pero no la recibió, en su lugar me dijo que ya le había dado papaya para ponerme un comparendo por negarme a identificarme y por irrespeto a la autoridad.
Seguí tranquilo en la cola mientras los policías buscaban claridad donde redactar el comparendo, al rato me llama la patrullera visiblemente alterada, me mira y pregunta quién soy y le dije que era abogado, ahí fue troya, se salió de casillas y amenazó con conducirme al Comando de Policía; sorprendido con su reacción le dije que no firmaría el comparendo porque no decía la verdad, pues no era cierto que me hubiera negado a identificarme ni le había faltado al respeto, advirtiéndole que estaba abusando de su poder.
Respetuoso como soy de la ley y la autoridad quienes me conocen saben que jamás faltaría el respeto a nadie y menos a un policía. La solicitud que le hiciera a la patrullera para que se identificara tiene fundamento en la Ley 1801 de 2016 o Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana, según el cual el ciudadano tiene el derecho a que “el Policía se identifique mostrando la placa y el carnet policial”.
Si al principio no atendí la orden de identificarme fue por la duda razonable de que dicha persona no fuera policía, aspecto subjetivo que solo yo podía valorar en el contexto expresado, pero una vez estuve seguro de que era patrullera le ofrecí mi cédula por segunda vez para identificarme y no lo hizo por soberbia, diciéndome que por su autoridad podía hacer que me sancionaran.
Desconozco los nombres de los policiales porque no se identificaron, traté de grabar sus rostros con la cámara de mi celular y lo impidieron bajo intimidación de retenerme el celular, tampoco me entregaron copia del comparendo. Lo ocurrido muestra lo que logra la soberbia cuando se apodera de la autoridad.
A los policías les perdono su acto injusto porque fue cometido con ignorancia supina. Ya presenté descargos ante el Inspector de policía y estoy a la espera que tome una decisión para demostrar que no cometí ninguna infracción de Policía ni falté el respeto a la autoridad, y que más bien lo que se cometió conmigo fue un abuso de autoridad.