La fiesta de Pascua

La fiesta de Pascua es una de las mayores entre judíos, mahometanos y católicos que no solamente tiene incidencia religiosa sino civil, pues los calendarios de varios países dispensan del trabajo los días jueves, viernes y sábado santos, para que los fieles puedan participar de las celebraciones litúrgicas y, más aún, a pesar del decrecimiento religioso, estas festividades pascuales tomaron tal auge en años atrás, que aun sin celebración religiosa, se conserva el sentido festivo como derecho del trabajador al descanso laboral y disfrutar de los festejos puramente civiles.

La Pascua está revestida de un agradable sentido festivo al que se agregan menús de toda índole y por si fuera poco la pascua normalmente se celebra cuando terminado el invierno aparece la primavera con la maravillosa floración de todos los árboles, una temperatura ideal y una explosión de apareamientos para que nazcan las nuevas generaciones.

Este tipo de Pascua sobre todo se vive en los países europeos, pues en los africanos, americanos, asiáticos y de Oceanía, la pascua se circunscribe al ámbito puramente religioso y solo como característica de los católicos, que suelen ser minoría. Esta pascua, desposeída del folclor europeo, y al concentrarse solo entre católicos, la Pascua es más pura pues se vive solo dentro de la celebración cúltica y litúrgica.

Y nos preguntamos ¿cuál es el origen de la Pascua? La Pascua nace hace varios milenios en tribus que, habiendo trashumado a Egipto por diferentes razones, se pusieron al servicio de los egipcios. Parece que, durante algún tiempo, convivieron pacíficamente, pero al crecer las tribus en número, los egipcios se asustaron pensando que un día podrían ser avasallados por aquellas tribus. Ante semejante sospecha proyectan la forma de mantener sumisas a aquellas gentes. Pasan años de sufrimiento hasta que llenada la copa y bajo la dirección del famoso Moisés, en nombre de Dios se enfrenta al Faraón y saca a estos israelitas hacia el desierto. Acampados a las laderas del Sinaí, suceden allí una serie de fenómenos a través de los cuales Dios se manifiesta al Pueblo, lo acoge y lo defiende del enemigo agresor. Los israelitas agradecidos y con la dirección de Moisés, inspirado por Dios, celebran una tarde una fiesta con el sacrificio y comida de corderos. Esta ceremonia se enraizará de tal manera que pasan siglos y siglos recordando aquella comida que les permitió salir de la esclavitud a la libertad, de la sujeción a la independencia. Entonces a este paso real y religioso lo denominaron la Pascua. Pascua que celebró el mismo Señor Jesucristo comiendo el cordero pascual. Dentro de esta celebración Jesús tomando los elementos básicos, transforma esta pascua en su propia pascua. Aquel cordero pascual sacrificado y comido lo identifica con lo que le aconteció a Él personalmente cuando prisionero sufrió toda clase de tormentos, terminando su vida en la cruz. Pero al tercer día, y como lo había predicho a sus apóstoles, vence a la muerte y retorna vivo resucitando. Los apóstoles habiendo vivido tan cerca la vida de Jesús y creyendo en el cumplimiento de las Escrituras, asumen la última cena, la muerte en cruz y la resurrección como una nueva y verdadera pascua, las Pascua del Señor, es el paso de la muerte a la vida, del pecado y corrupción a la purificación y salvación, de la mortalidad terrena a la glorificación en el reino de Dios. Este acontecimiento queda centralizado en la Eucaristía, Jesús el cordero inmolado que muere y resucita y se convierte en alimento espiritual y místico.

El paso israelita de la esclavitud a la libertad, el paso de Cristo de la muerte a la vida, el paso de la fe cristiana de la mortalidad a la inmortalidad, es motivo más que suficiente para celebrar el acontecimiento con fiesta, con música, con comida, con jolgorio, y no es para menos. Es la auténtica pascua. Ahora bien, si analizamos con un poco de más profundidad y realismo por el contenido pascual, estamos llamados a hacer fiesta por nuestra pascua, la cual se celebra en cada uno de nosotros, cuando lívidos por la muerte física, nuestro espíritu libre sea acogido por el Señorío de Cristo y pasemos de la terrenalidad a la eternidad, de la mortalidad a la inmortalidad. Celebración que contiene el llanto de quienes nos ven partir, con el gozo de los bienaventurados que nos ven llegar. Unos nos despiden, otros nos acogen. La Pascua contiene dentro de sí el dolor y la alegría, el drama y el aplauso, morir y resucitar. De la pascua judía a la cristiana y de la pascua de Jesús a la pascua de cada uno de nosotros, dualidad y dicotomía, noche y día y nadie será ajeno a esta realidad. Jesús tuvo el valor de vivir su pascua. Cada uno de nosotros ha de tener el valor de celebrar su propia Pascua. Felices Pascuas.

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