Hasta el momento es imposible que en Colombia logremos cubrir el 100% de la vacunación al finalizar el año 2021, ya que para llegar a la máxima cifra de inmunizados, el Estado colombiano tiene que hacer un esfuerzo económico, logístico y lo primordial, lograr que los laboratorios le despachen las cantidades requeridas de biológicos, cuando en realidad la demanda la exigen las millones de personas en el mundo que requieren prontamente la vacuna de la vida.
En Colombia se han aplicado más de dos millones quinientas dosis y el promedio requerido para cumplir con el cronograma a diciembre de 2021 es que diariamente se tendrían que aplicar más de 200 mil dosis. Pero lo más importante es que en la eventualidad que se tengan en Colombia la cantidad de dosis requerida, es necesario poner en práctica el gran esfuerzo de parte y parte, es decir, del Estado para que tenga los biológicos y logística de vacunación en los lugares acordados. Y por el otro lado que la comunidad apta para recibir la vacuna cumpla ordenadamente con los llamados de los entes vacunadores.
Frente a este último caso se presentan intríngulis, conceptos y creencias de quienes van a recibir las dosis que también afectan el proceso en el orden que establece el Ministerio de Salud; muchas personas aptas para vacunarse no creen en la efectividad del biológico y otros le temen a la inyección.
Si bien es cierto que el deber ser del Gobierno nacional es tener la vacuna en los puestos de inmunización, también la responsabilidad está en la persona apta para recibir la dosis en la cual no se ha podido tabular en qué porcentaje somos juiciosos al momento en que nos toca vacunarnos y en qué momento somos descuidados para acudir al llamado de los vacunadores.
En lo que hemos visto de la vacunación contra la Covid-19 muchos de los convocados no acuden al llamado, los incrédulos de la efectividad del biológico se abstienen en recibirlo y por último, algunos por razones de nerviosismo a la inyección temen aplicársela, especialmente hombres.
El nuevo debate en el país se centra en que muchas empresas privadas en Colombia tienen toda la disposición en ayudar con la vacunación comprando una serie de biológicos para aplicarlas a sus empleados con posibilidad de que se extienda a su grupo familiar, pero es el Estado colombiano el encargado de reglamentar el uso y aplicación a los privados. Propuesta que se ha convertido en una necesidad apremiante a sabiendas de que el país no cuenta con la capacidad logística para cumplir a tiempo con la jornada de vacunación y se requiere entonces reglamentar que los privados ayuden con inmunización de sus trabajadores.
Señores insurrectos de la pandemia, no se les olvide que la mejor vacuna contra el Covid-19 es la disciplina social.