Arriba el departamento de La guajira el 1º de julio a los cincuenta y cuatro años de su creación como tal; hasta entonces había sido Intendencia y hacía parte del Magdalena Grande, el cual terminó de desintegrarse dos años después cuando se creó el departamento del Cesar, segregándose del mismo.
Durante el período del presidente Guillermo León Valencia (1962 – 1966) proliferaron los nuevos departamentos, llegándose a hablar de una “departamentalitis”. En dicho lapso se desintegró también el ‘Viejo Caldas’, dando nacimiento a otros dos departamentos, Risaralda y Quindío.
Nuestro Departamento es la muestra perfecta de la caracterización que hace la Constitución Política de nuestro país: es biodiverso, con la singularidad de contar con todos los pisos térmicos y está habitado por una multiplicidad de etnias aborígenes (42% de su población y 30% de la población indígena de Colombia), entre las cuales predomina la wayuú, amén de afrodescendientes, descendientes de inmigrantes árabes y con un gran mestizaje. Y su ubicación geográfica no puede ser más envidiable, enclavada en el Caribe, es la región más septentrional de Colombia y constituye la esquina oceánica de Suramérica. Dotada, además, por la naturaleza de una gran riqueza en recursos naturales no renovables, tan variados como abundantes, gracias a la cual se le reconoce como la principal despensa minero-energética con que cuenta el país. Pero, también es cierto que La Guajira es una región rica habitada por gente pobre, ello salta a la vista cuando constatamos que sus indicadores en necesidades básicas insatisfechas, pobreza, analfabetismo y desigualdad son de los más altos de la región Caribe, la cual a su vez acusa los más altos niveles entre las regiones de Colombia.
Esto es aberrante y se explica en gran medida por los desajustes sociales tan protuberantes en el país, producto del desarrollo desigual a que ha estado expuesto Colombia y que dan lugar a unas enormes brechas interregionales e intrarregionales. A este propósito, es muy diciente que siendo Latinoamérica la primera en el mundo en alcanzar como región las Metas del Milenio, Colombia, cuando estamos a pocos meses para vencerse el plazo para alcanzarlas, no lo ha logrado, particularmente en lo que hace relación a “las desigualdades territoriales y poblacionales.
Uno de los hechos que ha suscitado mayor controversia y cuestionamientos es el relativo al alto grado de desnutrición que agobia a la población infantil en La Guajira y los decesos por causas asociadas a la misma. Resulta patético el hecho de que “en 2005, la región Atlántica desplazó a la región Pacífica como el lugar geográfico con mayor presencia de desnutrición infantil; especialmente preocupante es la situación de niños residentes en La Guajira en términos de baja estatura y bajo peso para su edad”.
En un estudio realizado por Karina Acosta Ordóñez para el Banco de la República, se pudo establecer que La Guajira en la región Caribe y el Vaupés en la región amazónica tienen alrededor de una tercera parte de niños en edad escolar que sufren de desnutrición. Pero, además, se pudo verificar que cuando se excluye a la población indígena “los niveles de desnutrición se reducen en algo más del 50%”, lo cual pone de manifiesto que es este el segmento poblacional más afectado por esta lacra social. Esta situación es intolerable y amerita correctivos prontos y eficaces para evitar males mayores.