En las postrimerías del periodo legislativo que culminó el 20 de junio, el Congreso de la República logró aprobar más de 20 proyectos de Ley dentro de los cuales hay dos que regularán temas de las relaciones de trabajo. El primero de ellos aumenta el periodo de la licencia de paternidad de 8 días hábiles a dos semanas calendario y el segundo reduce la jornada laboral de 48 horas a 42 horas semanales.
La primera iniciativa promovida por la senadora del partido verde Juanita Goebertus, aumentará a dos semanas calendario la licencia de paternidad, que podrá llegar de manera progresiva a 5 semanas, acrecentándose una semana cada vez que se reduzca en un punto porcentual la tasa de desempleo estructural.
Si damos una mirada a otros países latinoamericanos encontraremos que nos alineamos a las licencias de paternidad concedidas en países como Ecuador (15 días), Paraguay (14 días), Uruguay (10 a 13 días), superando a México (5 días), Chile (5 días) y a Argentina (2 días). Para no hacer comparaciones odiosas con países europeos cómo España, Islandia y Suecia en los cuales rondan las licencias de paternidad entre 12 semanas o más.
Adicionalmente, este mismo proyecto introdujo la figura de licencia parental compartida y la licencia parental flexible de tiempo parcial, según la cual la pareja podrá pactar libremente la distribución de las últimas seis semanas de la licencia de maternidad. Ambas progresiones legales, generan un avance que está directamente ligado a la reducción de la brecha de desempleo femenino y masculino en el país, el cual dentro del primer trimestre de 2021, tiene una diferencia del 9% y que si se miran ciudades de la región Caribe tales como Santa Marta, Valledupar o Riohacha el mismo asciende a más de 13%.
La aprobación de este tipo de proyectos legislativos genera cambios progresivos en la sociedad y nos permiten desestructurar conceptos arraigados acerca del cuidado parental, el cual se le ha asignado a la madre no sólo bajo argumentos biológicos y fisiológicos, sino acompañado de una serie de perjuicios machistas de sociedades atávicas en las que sólo el hombre era el que debía cumplir el papel de trabajador en la pareja.
Por otro lado, el mismo ponente de la Ley 100 de 1993 y promotor de la Ley 789 de 2002 (reducción de la jornada laboral con recargo nocturno) el exsenador Álvaro Uribe Vélez, le fue aprobado el proyecto de ley de la reducción de la jornada laboral, el cuál sea bien entendido, únicamente empezará su vigencia progresiva en el año 2023 en el que se reducirá una hora, para 2024 otra hora más, y en los años siguientes se reducirá de a dos horas, hasta llegar a las 42 horas semanales (2026).
Era de esperarse que un sector del empresariado rechazara la aprobación del proyecto, entendiendo que serían 6 horas semanales menos, manteniendo los mismos salarios. Sin embargo, resulta difícil no estar de acuerdo con esta decisión legislativa, cuando la mayoría de países latinoamericanos están moviendo su economía con jornadas cercanas a las 40 horas, el cual es el promedio recomendado por la OIT (Recomendación 116) desde el año 1962 y adicionalmente respaldado por la OCDE club de países al que pertenecemos. Esta aprobación también les permitirá a los trabajadores conciliar de una manera más efectiva su vida laboral y familiar.