Se ha puesto en marcha un movimiento mundial de personas de diversas edades, creencias religiosas, doctrinales, monárquicas y defensores de los derechos humanos, en derribar las estatuas, monumentos o imágenes que representan aquellos símbolos históricos vinculados con oscuras y sangrientas huellas del pasado.
Se trata de una protesta mundial a la que Colombia no ha sido ajena sobre mantener erguidas las imágenes de personajes que la historia ha cuestionado y que los gobiernos del momento en que fueron instalados, los han glorificado, pero hoy algunos líderes sociales y políticos critican su existencia.
Este tipo de protesta, interpretamos que corresponde al reacomodamiento de la humanidad con la renovación de los personajes y los hechos que han marcado nuestra historia, comulgamos con el descontento social en rechazar a quienes en el pasado nos hicieron daño y con quienes refutan aquellas creencias que le hacen apología a la discriminación y estigmatización.
Proponemos que debe existir una ley que autorice a los alcaldes y mediante un comité municipal combinado entre patrimonialistas y quienes defienden la nueva polisemia, para que quitemos de nuestros pedestales a quienes en el pasado le causaron dolor a la humanidad y escribieron con sangre su acomodada historia.
Proponemos a nuestros congresistas que se amplíe a los estudiantes, profesores y funcionarios públicos el derecho a la objeción de conciencia, en donde “nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias”, mucho menos se le obligue a comulgar, asistir o participar de un evento en donde se le rinda honores, tributos, reconocimientos, homenajes, incluido las famosas ofrendas florales, a las figuras que evocan tristes episodios.
Bajo la propuesta de crear nuevo íconos, compartimos y comulgamos con la iniciativa de los últimos gobernadores del Cesar y alcaldes de Valledupar, en renovar el patrimonio, social e histórico colocando como imagen a personajes que dejaron a través de la música vallenata su principal huella a través de los bienes inmuebles de interés cultural internacional, los cuales han activado el turismo cultural y folclórico. Es seguro que al momento de renovar nuestro patrimonio cultural, mejoraremos el turismo con la visita de quienes quieren fotografiarse con los personajes o sitios que mediante el deporte, la literatura y la música han engrandecido nuestro patrimonio cultural y deportivo.
No es que estemos incitando a la destrucción de los monumentos que ya nadie mira y muchos no se quieren acordar; sino que en el reacomodamiento de la humanidad producto de la pandemia, debemos reescribir los nuevos mitos y ficciones que han quedado grabadas en las memorias de nuestros abuelos, en las canciones y los momentos memorables deportivos, los cuales son más fáciles de recordar, cantar y hasta comentar, debido a que fueron narradas con melodías por nuestros juglares y/o escrito o narrado por autores que sabemos en el presente que en verdad existieron.