La cultura religiosa tiene múltiples formas de expresarse y manifestarse.
Esta cultura está inserta en la vida cotidiana de las personas que conforman una cultura especial.
La cultura religiosa nace en la conciencia de la trascendencia, es decir, en ese sentido innato por el que las personas, además de sentirse ligadas a la tierra, presienten un sobrevivir más allá del tiempo, de la contingencia.
Ese presentimiento ofrece al ser humano la apertura de poder llegar a aquella situación donde las cosas valiosas no terminan, se prolongan y superviven. Justo esta supervivencia es el deseo final de un mortal, arribar a la eternidad.
Y esa supervivencia es alimentada por medio de signos, gestos, costumbres, símbolos. La Virgen del Carmen, es la persona que asume dentro de su espacio, los elementos culturales religiosos.
En Colombia y en muchos otros lugares del mundo, las personas celebran a la Virgen, con el nombre Del Carmen, asociando a Ella, a la Virgen, factores que desean ser amparados, protegidos, bendecidos.
En este caso y sentido, la Virgen se hace protagonista y se convierte en un ícono de afecto, de confianza, podríamos añadir de fe, pero el cariñoso trato a la Virgen, nos permite percibir que su presencia acrecienta la necesidad afectuosa de las personas.
La Virgen del Carmen es un ícono afectuosamente atractivo. En ese afecto la persona descansa y la predispone a expresiones de ternura y a gestos de complacencia.
Al considerar a la Virgen del Carmen como un factor relevante en la cultura religiosa de Colombia, de La Guajira, de Riohacha y de rancherías que se honran en tenerla como patrona, nos permite considerar tres elementos asociados al piadoso afecto hacia la Virgen.
Un primer elemento asociado es el patronazgo de la Virgen hacia aquellas personas que tienen que ver con la movilidad.
Usar el avión, el barco o el carro, es una movilidad necesaria pero no exenta de peligros, frente a esta situación, la devoción a la Virgen genera la confianza de que Ella velará maternalmente para que el uso de ese transporte, sea seguro.
Para que ese gesto materno de la Virgen sea efectivo, los pilotos de avión, los capitanes de barco, los choferes de carro se consagran devotamente y mediante el sacerdote reciben la bendición de sus personas, de sus vehículos.
Un segundo elemento asociado es el patronazgo de la Virgen del Carmen en el purgatorio para acelerar la liberación de quienes están allí esperando salir para ingresar en la patria de los bienaventurados, en el paraíso.
Las personas confiadamente elevan sus oraciones para que la Virgen se interese en aquellos familiares, amigos que sospechan se encuentran en aquel lugar de purificación.
Un tercer elemento asociado es el patronazgo de la Virgen sobre los niños. La Virgen es mujer, es madre, por eso la devoción a la Virgen implica la consagración de los niños.
Cada madre da de sí todo lo que puede para favorecer y proteger a su criatura, y porque da de sí todo, es por lo que empuja a la madre a consagrar sus hijos a la Virgen, pues si Ella crió al Hijo de Dios, puede de manera extraordinaria, proteger a los hijos de sus consagrados.
La festividad de la Virgen afirma que Ella es parte muy importante en la cultura religiosa de varias comunidades, que se honran en proclamarla como patrona, señora y dueña de sus vidas, familias y quehaceres.
Esa cultura religiosa que en cada persona enardece el afecto y el cariño hacia la Virgen, esa misma cultura es la que ciudadanamente programa procesiones, expresiones públicas para enaltecer el patronazgo religioso.
Dentro del programa celebrativo necesariamente está la confección de su altar en el que colocan las flores más bellas con las formas más artísticas. Y no puede faltar el gesto más característico que es acercarse a su sagrada imagen para colocar la mano en sus pies y elevar desde el secreto de la oración, las plegarias más sentidas que muchas veces se acompaña con lágrimas salidas del más profundo afecto y cariño.
Así, la celebración en honor de la Virgen del Carmen, es el acto cultural religioso más expresivo del sentido de la trascendencia. Vivimos aquí en la materialidad, pero necesitamos de un puente seguro que nos mantenga ligados a la conciencia de supervivencia. De esta forma la Virgen del Carmen, está con nosotros en la inmanencia de la tierra y nos conecta con la trascendencia de la eternidad.