El V.1 afirma que María Magdalena, sale a buscar al Señor de madrugada cuando todavía estaba de noche, como quien va en búsqueda de su amado. Hay una similitud con la esposa del Cantar de los Cantares que corre tras su amado por la noche en la ciudad (Cf. Ct 3, 1-4).
V.10. Cuando los dos discípulos se han ido a casa después de ver el sepulcro vacío, dice el texto, pero implícitamente también ella creyó, por eso permanece afuera llorando inclinada hacia el sepulcro. ¿No es acaso esto un signo de fe, esperanza y amor hacia su maestro?
V.12-13. Mientras ve a los dos ángeles, estos le preguntan: “Mujer, ¿por qué lloras? Porque se han llevado a mi Señor…”, esto según Schökel es un eco del Ct 3, 1-3 que significa tam- bién “Mi Marido” (Cf Os 2,18).
V. 14-15. Lo ve y no lo reconoce, lo confunde con el jardinero, pero sigue buscándolo como la amada del Cantar de los Cantares.
V 16. Por fin ante la voz del Amado que pronuncia su nombre: “María”, se vuelve, es decir, entra en una nueva dimensión, la del conocimiento de la fe discipular y lo llama “Maestro”. Este es el primer regalo de la dote que trae como un collar fino o una perla preciosa que podrá portar para siempre: ser confirmada en la fe como discípula y con ello recibir la paz del resucitado.
V. 17. Junto a esto, hay una segunda perla de ese ajuar que es la dote: ser colmada de alegría porque su búsqueda y esperanza no fue defraudada. Esto se deduce de las palabras de Jesús: “No me toques…, que todavía no he subido al Padre…” (v.17) es que no era un simple toque, María lo tenía bien abrazado a ella, es la alegría del encuentro fundida a los pies del Maestro, como lo cuenta Mt 28,9. Todo esto es un eco del Ct 3,4: “encontré al amor de mi vida, lo he abrazado y no lo dejaré jamás”. Es cierto, ya María jamás lo dejará porque aunque Cristo no esté físicamente, ella sigue abrazada a su Señor, a su amor, a su marido: “Yo soy para mi amado y mi amado es para mí” (Cf. Ct 6,3; Os 2, 18).
Una tercera joya de este cofre, es que el esposo resucitado, la envía (Jn 20, 17a), es decir, la hace también apóstol, recibe una misión especial, es ahora enviada al interior de la comunidad para que también ellos crean. Esto recuerda la experiencia de la Samaritana con Jesús (Cf. Jn 4,28-29), los pobladores creyeron inicialmente por sus palabras, pero luego creerán por su propia experiencia de encuentro con Jesús. Del mismo modo, los apóstoles creerán desde el encuentro con el resucitado.
Relata el texto que María cumplió a cabalidad su misión y tarea, pero no será suficiente para ellos, para sus hermanos a quienes fue enviada. Porque también como los samaritanos necesitan tener una experiencia de encuentro personal con Jesús resucitado para abrir sus corazones a la fe.