Al momento ya van confirmados un poco más de 203 millones de casos diagnosticados después de año y medio de pandemia por Covid-19 y los fallecidos por esta causa ya suman casi los 4 millones y medio en todo el mundo. De igual forma, en Colombia el número de casos confirmados por esta enfermedad ya casi completa los 5 millones y la cifra de fallecidos ya superó las 122 mil personas.
Sin embargo, aunque cada día se publican estos datos que muestran lo real y catastrófico de esta pandemia, aún hay personas que creen y promueven que el coronavirus SARS-Cov-2 no existe, otras sostienen que dicho virus existe, pero que no produjo la pandemia, y otro grupo consideran que sí existe la enfermedad, pero que esta no es peligrosa.
Estas personas que se resisten a creer lo que para la gran mayoría de la humanidad es innegable y evidente, se convirtieron en terreno fértil del “movimiento antivacunas” tanto en el mundo como en Colombia. Dicho movimiento, tal y como se entiende a partir de la forma como se denomina, se resiste a aceptar la bondad protectora de las vacunas, las rechaza como estrategia de salud pública para lograr la prevención de enfermedades infecto-contagiosas, desincentivando así a la mayor cantidad de población posible frente a ese tipo de estrategia de protección colectiva de la salud de las personas.
Si bien es cierto que el “movimiento antivacunas” no es nuevo ni se originó con la pandemia de Covid-19, debe reconocerse que ante los graves efectos de la enfermedad causada por el coronavirus, la resistencia a la vacunación que fomenta el “movimiento antivacunas” está resultando en estos momentos tan perjudicial como la misma pandemia.
De otra parte, los que fomentan la resistencia a la vacunación contra el coronavirus encontraron una serie de circunstancias que favorecen sus objetivos: por varias razones alrededor del mundo hay un gran número de personas que no creen en la industria farmacéutica que justamente fue la que creó las diferentes vacunas que hoy protegen a la humanidad de más y mayores estragos pandémicos; hay también desconfianza frente a los gobiernos; así como también la desinformación y la infodemia a través de las redes sociales especialmente, han calado con mayor facilidad en la mente de muchas personas y tristemente han terminado siendo más creíbles todos esos argumentos falsos, que las suficientemente documentadas verdades y evidencias sobre los beneficios de la vacunación.
Es lamentable que quienes se han dejado convencer de los que están desinformando para que las personas no se vacunen contra el coronavirus, no reconozcan y acepten la información que muestra cómo las personas que sí se han vacunado y han seguido observando las medidas de bioseguridad, han logrado protegerse y así han minimizado los efectos de la enfermedad cuando algunos de ellos se han contagiado, logrando además evitar la mortalidad por esta causa.
Para el caso de Colombia, donde desde hace unas semanas no se ha podido avanzar con la vacunación de ciertos grupos poblacionales, como por ejemplo los de mayor edad, la mayoría de las personas que han requerido de atención intrahospitalaria por padecer formas severas de Covid-19, no estaban vacunas, es decir, estaban expuestas al riesgo al no estar protegidas frente a la acción del coronavirus.
En los Estados Unidos también se estancó esta vacunación por la resistencia motivada por los “antivacunas”, se demostró que el 99,2% de las personas fallecidas por Covid-19, no tenían ninguna vacuna aplicada.
En ese orden de ideas, existen algunos motivos que por lo menos en Colombia fueron identificados a través de la encuesta realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) y dada a conocer recientemente, que exploró las razones que argumentan tanto las mujeres como los hombres que no desean vacunarse.
La información del Dane, que registra que la mayor resistencia a la vacunación se da en los de mayor edad, menor educación y mayor pobreza, muestra además que un porcentaje mayoritario de ese grupo de “resistentes” (64,4%), argumenta que la vacunación no les brinda tranquilidad ni seguridad básicamente por dos motivos: las vacunas fueron desarrolladas por la industria farmacéutica supuestamente de manera “muy rápida” y porque desconocen los potenciales efectos adversos generados por la vacunación contra el coronavirus.
Además de esa inseguridad manifestada por estas personas, otro grupo no cree en la efectividad de las vacunas (18,5%), otras personas siguen creyendo que la enfermedad de Covid-19 no es peligrosa (1,8%), otros se declaran francos militantes del “movimiento antivacunas” (1,3%) y hay un 3% restante que piensa que la vacunación es una herramienta de manipulación genética o consideran erradamente que porque tuvieron la infección, ya adquirieron la inmunidad y por tanto no requieren vacunarse.
Los “antivacunas” sufrieron un duro revés el fin de semana que acaba de pasar al fallecer uno de sus principales líderes a nivel internacional: el inglés David Parker, quien desde el Reino Unido se burló hasta el final de quienes se vacunaban contra el virus y advertía a través de Facebook sobre la supuesta conspiración de las grandes farmacéuticas. ¿De qué murió? ¡Justamente de Covid-19! Ante esa muerte evitable causada por el virus pero también por la resistencia de Parker a vacunarse contra el SARS-CoV-2, los medios británicos muestran como hoy la familia de Parker “ruega a los no vacunados a hacerlo cuanto antes para evitar estos tristes desenlaces”.
Así las cosas, hay suficiente ilustración para sostener que si no logramos que todos se vacunen, la pandemia seguirá sin control y sus efectos seguirán marcando la vida de los habitantes del país. Hay también abundante evidencia científica que demuestra que las vacunas salvan vidas y que ese solo hecho es razón suficiente para que no se siga con esa resistencia que sí expone al riesgo a la población que no se vacuna y mata a las personas que rechazando la vacunación se contagian y también de aquellas que se dejan convencer por lo que predica ese movimiento.
Así como en el mundo, en Colombia factores como mitos, dudas, infodemia, terquedad e ignorancia que son los que conllevan al rechazo y la resistencia a la vacunación, deben ser combatidos con campañas intensas de convencimiento para antagonizarlos, pues son los motivos que tienen detenido el avance de la vacunación y por tanto el logro de la inmunidad de rebaño, situaciones que de seguir así, impedirán que este país controle la pandemia y siga padeciendo los estragos que ella causa.
Ante el innegable efecto salvavidas de la vacunación, ante el reconocimiento que han hecho los familiares de los “antivacunas” fallecidos por el virus, quienes pudiéndose haber protegido con la inmunización no lo hicieron y pagaron con sus vidas esa resistencia, los que están aún escépticos deben pasar cuanto antes de la negación al convencimiento del beneficio de la vacunación… ¡no nos resistamos a vivir!