La situación de angustia de los periodistas de La Guajira, no es distinta a la del resto del país, quienes en medio del ejercicio diario enfrentamos una serie de intimidaciones que llegan desde actores violentos hasta funcionarios de reconocidas empresas y de instituciones públicas, a lo que se suman las voces de algunos ciudadanos que no logran entender que para que los medios de comunicación subsistan deben vender publicidad.
Mensajes de ataque en redes sociales a quienes dedican su vida a informar están a la orden del día, lo que muy seguramente se agravará con la campaña electoral que se nos avecina.
Si bien reconocemos algunas equivocaciones, eso no es lo usual, aquí lo realmente importante es reconocer que gracias al trabajo diario de los periodistas son muchos los hechos que se han denunciado que van desde casos de corrupción por obras que no se ejecutan debidamente hasta los niños que mueren por desnutrición.
A eso se suma, que las denuncias de los medios nacionales se nutren del trabajo diario de los periodistas de la región.
De acuerdo a la Fundación para la Libertad de Prensa –Flip–, en los últimos cuatro años, en el país han sido asesinados ocho periodistas y se han denunciado 618 amenazas; es el segundo país más letal del continente, después de México.
Durante el año de la pandemia, y a pesar del confinamiento general, fueron amenazados 193 periodistas, un 10% más que en el 2019.
Dos periodistas fueron asesinados: Abelardo Liz y Felipe Guevara. Esto ocurre mientras se invierten miles de millones de pesos en un mecanismo de protección que lamentablemente ha perdido efectividad y naufraga sin legitimidad, a la espera del prometido plan de reingeniería.
Advierte la Flip, esa atmósfera ha encallado a la prensa en la autocensura. Así lo admiten propietarios(as) de medios, directores y reporteros(as) por igual. Claro está que lo hacen de manera confidencial. La mayoría de las veces la sociedad, que depende de la prensa para estar informada, no se entera de la existencia de esa autocensura o puede no conocer su nivel de prevalencia entre los periodistas. Sin embargo, el precio que pagamos como sociedad es altísimo, ya que en un sistema democrático es indispensable que la ciudadanía pueda ejercer su derecho a informarse sobre cualquier tema.
En el día de ayer, fue asesinado el periodista Marcos Efraín Montalvo Escobar, en la ciudad de Tulúa, Valle.