Los altos índices de desnutrición infantil y las escalofriantes cifras de muertes por esta causa dan cuenta de una dolorosa realidad que acecha sin contemplaciones, a nuestros niños y niñas en el país. Esta alarmante situación exige más actuación y menos retórica por parte de todos para lograr la concertación de acciones articuladas que permitan brindar una atención adecuada a la grave problemática.
Además de los retrasos en el crecimiento y las fuertes afectaciones en las capacidades cognitivas e intelectuales de los niños, la desnutrición crónica deja consecuencias irreversibles para la vida adulta que deterioran el desarrollo integral e impactan el avance social y económico del país. Un flagelo que silenciosamente ha profundizado desigualdades y marcado a comunidades vulnerables.
El deterioro de la seguridad alimentaria de las familias en situación de pobreza, a causa de la actual crisis sanitaria, ha agudizado el panorama de desnutrición y mortandad infantil. Según el informe ‘Desnutrición en la primera infancia; causas estructurales y vulneraciones prevenibles y evitables’, presentado el mes pasado por la Defensoría del Pueblo, durante el 2021 se han notificado 8.545 casos de niños menores de 5 años con desnutrición aguda, 38% más con respecto a la misma semana epidemiológica de 2020. También, se han reportado 115 muertes de niños y niñas menores de 5 años relacionadas con su estado nutricional.
Asimismo, el documento señala que entre el 24 de agosto y el 4 de septiembre de 2021, se notificaron 8 muertes de niños y niñas menores de 5 años asociadas a esta problemática. Una de las conclusiones más impactantes del Índice de Desnutrición Crónica 2020 de la Fundación Éxito, que evaluó la situación de 1.076 municipios del país, con corte a 2018, fue que en Colombia, uno de cada nueve niños menores de 5 años padece de esta condición.
Factores como vivir en la ruralidad y pertenecer a las poblaciones indígenas presentan mayores prevalencias. Según el Instituto Nacional de Salud, del total de los registros que se han presentado este año, el 44,7% pertenece a la población indígena. El grupo que presentó una mayor cantidad de casos de desnutrición son los wayuú con un 32,8 % de la población étnica notificada. De acuerdo con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), un total de 16.000 niños y niñas están en riesgo de desnutrición o ya la padecen en La Guajira. Un azote que históricamente ha perseguido a la comunidad wayuú.
En contraste a esta cruel realidad, encontramos el reporte del Banco de Alimentos que indica que en Colombia se pierden anualmente 9,7 millones de toneladas de alimentos, es decir lo correspondiente a alimentar ocho veces a toda la población de La Guajira durante todo un año. Una paradoja que nos lleva a cuestionarnos acerca de la gran desigualdad que se vive en el país.