Poco a poco los vándalos se apoderan de Riohacha, arrasando con lo que encuentran en su camino ante la mirada indiferente de las autoridades que muestran su incompetencia para salvaguardarla.
Ejemplos sobran y duele observar cómo destruyen el poco mobiliario que embellece a la capital de La Guajira, como lo sucedido con las 37 bancas en acero inoxidable ubicadas en la alameda del Hospital Nuestra Señora de los Remedios, sin que hasta el momento se conozca pronunciamiento alguno de la administración distrital. A eso se le suma algo mucho más reciente como el robo de las luces navideñas montadas en el Parque Almirante Padilla, frente a la sede de la Alcaldía, y el desmantelamiento poco a poco de la estructura donde está montado el mensaje ‘Yo amo a Riohacha’.
Duele observar cómo los vándalos siguen haciendo de las suyas ante la mirada cómplice de las autoridades y de la propia comunidad, que no denuncia para que se capture a quienes hacen daños.
Situaciones como estas no pueden seguir pasando en la capital de La Guajira, es necesario que el alcalde José Ramiro Bermúdez y su equipo de gobierno no solo analicen lo que está sucediendo con estas personas que atentan contra el mobiliario, sino que muestre ese principio de autoridad que se requiere para ponerle freno a tanto vandalismo. La fotografía evidencia también que algunos de los protagonistas son recicladores dedicados al consumo de drogas, lo que coloca el tema en otro nivel de análisis.
Se necesita una respuesta, no solo de la primera autoridad del Distrito, sino también de la comunidad, porque no es sano asumir una actitud indiferente frente a lo que está pasando en la ciudad. Riohacha es de todos, esta es la tierra que brinda abrigo, una ciudad acogedora en donde la inversión privada está llegando y también exige se le proteja por el miedo que ronda frente a quienes se dedican a actos vandálicos.
El alcalde tiene la palabra y el deber de responder y proteger los bienes de la ciudad.