Como un acto demencial puede calificarse la trágica muerte de Neilys Jonana Salas Navarro, una niña de 12 años reportada como desaparecida del resguardo de Caicemapa en Distracción, cuyo cuerpo fue encontrado calcinado horas más tarde por el Ejército, la Policía y la propia comunidad.
No existen palabras para describir lo que pudo haber vivido la niña en manos de quien o quienes le arrebataron la vida, personas que actuaron con sevicia y sin el menor asomo de remordimiento.
Neilys Johana, apenas estaba disfrutado de su crecimiento en un territorio al que llegó muy pequeña y donde fue acogida con amor.
Este acto de barbarie no puede quedar en la impunidad, es necesario que las autoridades pongan todo su interés y capturen a quien o quienes le arrebataron la vida, además que se logre clarificar cuáles fueron las motivaciones de tanto odio a un ser indefenso.
En La Guajira no es nada frecuente que sucedan situaciones como estas, de allí la angustia y la preocupación de la comunidad para que se logre dar claridad de las circunstancias que acompañan el trágico suceso.
Es también la oportunidad para un llamado de atención a los padres de familia, quienes tienen la primera responsabilidad del bienestar y la seguridad de los menores.
Esta escena no se puede volver a repetir en un departamento que siempre ha dado demostraciones de unidad y respeto a la familia, a pesar de las vicisitudes que rodean su diario vivir por las limitaciones para acceder a eficientes servicios de salud y educación, además de la falta de empleo para gozar de una mejor calidad de vida.
Neilys Johana Salas Navarro no merecía que le arrebataran la vida de esa forma tan cruel, un ser inocente soñando con un mejor futuro, razón suficiente para exigir justicia y que se castigue ejemplarmente a quienes propiciaron su muerte.
A los responsables de la investigación solo se les pide que hagan bien su trabajo, que no escatimen esfuerzos para determinar cuáles fueron las causas que rodearon este hecho tan triste, y que capturen a los responsables para que reciban el castigo que se merecen de quienes tienen que impartir justicia en la tierra.