Definitivamente nos ha tocado tratar con personas que aspiran a una posición por elección popular y su comportamiento personal tiene una mezcla explosiva de ego con soberbia.
También nos ha correspondido aguantarnos a esas personas con afectación psiquiátrica, en las cuales su conciencia solo sabe relacionar el pronombre personal de primera, segunda, tercera y hasta el infinito del “Yo”.
Esos ideales del superego los combinan con un sentimiento de superioridad frente a los demás, que los convierte en tóxicos, los hace cometer errores porque actúan bajo la premisa que siempre tienen la razón y son absolutistas, porque creen que las otras personas no son lo suficientemente adecuadas para superar sus capacidades.
El funcionario que actúa con la mezcla emocional de ego con soberbia es militante del despotismo, mientras que el particular que busca el poder con esa enfermedad psiquiátrica presenta característica entre tirano y déspota.
El ego con la soberbia está llevando al individuo a que en medio de su afán para conseguir el poder, realice algunos señalamientos irresponsables en contra de algunas personas y actores de los medios de comunicación, lanzando juicios de valores en contra del comportamiento del otro, pero no se mira al espejo que cuando estuvo en algunos cargos no hizo nada por la región, pasando en la posición con más pena que gloria.
El militante del ego con soberbia es tan irresponsable que utiliza para las personas de bien, algunos descalificativos que solo redundan la mente perversa de quien se encuentra en ese estado emocional. Nosotros respetamos los estados emocionales de cada persona, pero en la medida en que esos comportamiento anormales nos comienzan a afectar, nos da el derecho a defendernos, simplemente porque respetamos los criterios particulares y de la misma forma buscamos que nuestra posición y criterio sea respetada.
Las ideas de cada quien se tienen que respetar, pero no le da pie a quienes militan entre el ego y la soberbia para que impongan a la fuerza su equivocado criterio bajo la premisa que no hacemos las denuncias de las cosas que están mal hechas en el Departamento. Lógico que no lo sabe, si cuando estuvo en las mieles del poder no fue capaz de cerrar las brechas a la corrupción que comenzaban a sembrarse en este departamento y ahora con sus comportamientos anormales e intereses políticos quiere que usurpemos la función de los organismos de control, especialmente la Fiscalía.
Señores, anda un loco suelto en el país y el Estado tiene la responsabilidad de recluirlo en una clínica de reposo, simplemente porque la combinación de ego con soberbia está llevando al individuo en medio de su afán de poder, a cometer locura, contagiando a sus súbditos y querer volver loco al que está cuerdo.
“Doctores tiene la Santa madre Iglesia que os sabrán responder”, lo leímos en el catecismo.