Cualquiera que sean las cifras que los gobiernos manejen en torno a los infectados, fallecidos y recuperados del Coronavirus, la presencia de la pandemia del Covid-19 que viene afectando a la humidad, ha sido hasta el momento uno de los principales cambios que ha tenido el siglo XXI que desde el primero de enero de 2001 hasta la fecha, no se habían presentado en el mundos una situación que nos obligara a deponer los odios entre los seres humanos a través de las diferencias políticas, religiosas, raciales y hasta de sexo.
En algún momento había pensado que los hechos que han ocurrido en La Guajira, Colombia y el mundo en estos 19 años, eran propios de la adaptación del nuevo siglo, pero no, hoy con esta pandemia nos encontramos en una transición tortuosa y dolorosa que nos va a cambiar la forma de abrazar, besar, de convivir y la manera de relacionarnos los unos con los otros. En esta era del internet, de la expansión de la digitalización, el control de la información a nivel global y de las nuevas tecnologías, estamos haciendo un traspaso a la evolución progresiva de los estados, de los gobierno y de las personas con transformaciones inmediatas, en donde también cambiarán las circunstancias que nos rodean, nuestras ideas y las costumbres macondianas deberán tener un reposicionamiento más universal.
Pero así como estamos hablando de transición y evolución, el Coronavirus nos viene dejando unos lastres sociales que nos impide que progresemos y nos desarrollemos de manera diferente como nos comportábamos antes de la presencia del Covid-19. Esta pandemia nos está dejando una leve enseñanza muy diferente a como nos veníamos desempeñando, cambiando nuestro jolgorio y nuestra jovialidad y mientras nos adaptamos a las nuevas condiciones de vida, estamos incurriendo en una indisciplina social y una desobediencia civil basado el comportamiento insurrecto de quienes aún creen que el Coronavirus es un tema de los políticos, de los gobernantes o de aquellos superhombres y supermujeres que están bien criados y que por su cuerpo inmune nos le afecta.
Allí mismo encontramos a la juventud, quienes no han querido tomar conciencia pese a estar pegados a las redes sociales en donde muchos de ellos lo que leen es solo basura, pero no se detienen a visitar en sus celulares a un portal noticioso serio o por lo menos, no escuchan en la radio o no ven en la televisión los noticieros para informarse de la realidad que estamos viviendo.
Quienes hoy militan en la indisciplina social y la desobediencia civil por el Covid-19, automáticamente engrosan la lista de los vulnerables y en los aliados del letal virus, además, pasan a ser candidatos de los inminentes contagiados que lamentablemente se arrepentirán cuando el virus haga con ellos lo que jamás han pensado que les podía ocurrir, simplemente por violentar los protocolos de la cuarentena.