La cara de Riohacha

Riohacha, capital de La Guajira, es una ciudad acogedora que necesita que sus autoridades y su gente la miren de otra manera.

Siguen pasando los años y se muestra deteriorada, sin color, sin orden, donde cada uno hace lo que quiere sin que le duela un poquito.

Es solo recorrerla para observar cómo se cae a pedazos ante la indiferencia de todos, mucho de los cuales solo dedican el tiempo a atacar en redes sociales, pero ningún aporte entregan a la ciudad.

Las calles reventadas y sucias, el malecón de la Primera, cada día más destruido. Las obras del puente del Riíto que no se sabe si están trabajando o no, el polideportivo del mercado viejo donde demolieron las graderías porque personas de la calle lo convirtieron en su hogar, las obras adicionales en el Estadio Federico Serrano que no terminan, el caos vehicular, en fin, un verdadero viacrucis que duele.

No es justo que la ciudad siga estancada, que el progreso no se sienta, que la inversión privada no llegue porque la capital no brinda las condiciones, ni siquiera en los servicios públicos, debido a que por ejemplo, la energía eléctrica es bastante costosa, lo mismo que el aseo y ni qué decir del agua cuando el servicio sigue sectorizado y en algunos lugares ni siquiera se les brinda un día del sistema de acueducto.

La radiografía no puede ser más dramática. De allí que es necesario que el alcalde José Ramiro Bermúdez haga un alto en el camino y llame la atención de sus secretarios y de la mano analicen en qué se está fallando y qué se requiere para empezar a mostrar una ciudad diferente.

A pesar de que el tiempo ya está en contra, muy seguramente con voluntad y autoridad podría llamar la atención de otras instituciones y de la misma Gobernación de La Guajira para trazar un plan concreto que permita mostrar una ciudad amable y ordenada, donde se vislumbre que los proyectos que actualmente se ejecutan se terminarán antes de que finalice este 2023.

No hay espacio para el desánimo, el camino es volver a reintentar, trabajar de la mano y generar confianza en la comunidad para que también desde su rol aporte un ‘granito de arena’. Aún hay tiempo para lograr objetivos concretos y para entre todos trabajar por una mejor ciudad como capital de La Guajira.