Cualquiera que sean las cifras que arrojen hasta la fecha el número de personas fallecidas producto de la fratricida pandemia del Covid-19, no deja de ser una galería mortuoria que cada día nos atormenta, una cifra macabra que mide el acabose de la existencia de indeterminadas personas, un alguarismo de lágrimas con una representación dolorosa al saber que el virus les diezmó la vida a quienes no le pudieron ganarle la batalla. Las víctimas del Covid-19 son personas que silenciaron para siempre sus suspiros, pero dejaron en el corazón de sus familiares, un dolor tan profundo que ni siquiera el dolorímetro logra medir el umbral subjetivo de los deudos, mucho menos calcular el gran vacío que deja en el corazón de quienes quedamos para llorar su partida.
Todas esas personas que fallecen por el Covid-19 por muy valiosa que fueron en la vida de cada quien, quedan resumida en la galería de víctimas de la pandemia que honran a quienes fallecieron y consuela a los que quedaron con el dolor, una galería de víctimas para las autoridades y para los medios impresos, pero un cuadro patético para el familiar.
Quienes están muriendo producto de la pandemia, tallan para las futuras generaciones el monumento al holocausto del Covid-19, aniquilación que no respeta raza, color, religión o política y quienes quedamos para contarla o escribirla, nos genera un mar de tristeza, mientras que a las familias afectadas les causa un océano de dolor por la muerte de uno o varios integrantes que han sufrido este flagelo.
Hoy hemos sido testigos de la pérdida en serie de los familiares, amigos o conocidos que literalmente han ofrendado sus vidas mientras las investigaciones científicas nos entregan una vacuna que erradique para siempre al virus responsable de miles de muertos en el mundo.
Y qué decir de las viudas o viudos del Covid-19, esa esposa, esposo o pareja que queda sumida en el dolor al perder a su compañero o compañera, las que han vivido la impotencia de no poderle cumplir al difunto o a la difunta con los rituales a los que seguramente alguna vez tuvieron tiempo para hablar de eso. Hoy el Covid-19 le ha causado la muerte a muchos integrantes de una misma familia, pero en medio de todo, también predominan las paradojas cuando observamos por redes sociales la forma efusiva como muchos engalanan las fiestas del Covid-19 o cualquier otra de celebración con efusividad, olvidándosele el uso del tapabocas bajo cualquier criterio adverso a la realidad que se tenga de la pandemia.
La reflexión de la galería de las víctimas del Covid-19 la hacemos para quienes andan desaforados buscando un virus que es fácil de encontrar, que se pega y puede causarle la muerte cuando se encuentren en él.