Nos encontramos en el periodo más caluroso del año, temporada en la que el calor ha tenido la mayor intensidad canicular y paralelamente se sube la temperatura política en nuestra región, de la cual a muchos quienes directa o indirectamente se benefician de los resultados de cada gobierno, les está generando estrés.
Alteraciones que pueden impactar la tolerancia y comportamiento normal de quienes tienen entre dicho, seguir disfrutando de las mieles del poder. Este ininteligible relato combinado con galimatías, nos nace describirlo al interpretar la actitud de aquellas personas que no respetan las opiniones o ideas de quienes tenemos el poder de analizar o comentar los acontecimientos que se han presentado en contra de los periodistas que han sido víctima de las agresiones físicas de los intolerantes de la política.
Agredir físicamente a un periodista por los comentarios que haga en el ejercicio de sus funciones, aparte de ser un acto de cobardía, también cae el agresor en la falta de tolerancia, ya que existen mecanismos legales que le permite al agraviado del periodista, defenderse, aclarando, ampliando o solicitando una rectificación, siempre y cuando lo que haya hecho el comentarista le afectó el buen nombre. Las normas colombianas no son sesgadas ya que siempre hay una luz para la aclaración o rectificación de los errores cometidos por el periodista, y de no cumplirlo, puede llegar hasta la consideración de un juez que en nombre del Estado dirime las diferencias.
Es hora de que todas las personas comencemos a desarmar los corazones, las palabras y las miradas, ya que no es congruente con estas altas temperaturas, producto de la ola de calor. Creemos que si tenemos nuestros corazones livianos, el cuerpo puede tener una mejor temperatura, pero si nos enfadamos, nos da más calor del que nos brinda la naturaleza.
A las personas que les gusta permanecer en conflicto, especialmente, aquellas que consideran que las críticas que les hagan los periodistas, es para generar enemistad, los invitamos a deponer los odios para que predomine la armonía entre el periodista y la persona que es objeto de noticia