Más respeto con el paciente

El sistema de salud en Colombia es la principal red de mafias que atenta contra todos los principios morales y éticos de los profesionales de la medicina, especialmente en los pacientes con enfermedades terminales.

Para los afectados con Sida y cáncer opera el ‘Cartel de la Bata’, ya que los infectólogos o inmunólogos, así como los oncólogos, extienden los tratamientos de los pacientes con el fin de que la entidad de salud les siga pagando, todo a cuenta y riesgo de la vida del paciente, situación que al final termina ocasionándole la muerte. Por otro lado, los medicamentos son demasiados costosos, pero muchas entidades encargadas de suministrarlos los entregan genéricos y otros más graves que utilizan envases falsificados o los productos presentan una composición incorrecta.

Lo más aberrante de la situación es que mientras los pacientes se agravan o mueren, los  profesionales siguen atentando contra la deontología y la axiología, engrosando sus riquezas con un dinero que está salpicado del dolor del paciente, de los familiares y hasta de la vida del mismo enfermo.

Esta situación se viene presentando en los pacientes con enfermedades terminales; pero que decir de los que están en situaciones menos complejas en donde las EPS han criminalizado sus servicios al darle cita para varios meses después, cuando se requiere con urgencia.  Todo lo anterior nos indica que el sistema de salud en Colombia es el más corrupto, especialmente porque en la prestación de los servicios se han generado carteles despiadados que se han enriquecido deteriorando la salud de los pacientes y hasta dejarlo morir.

Es inverosímil entender lo ocurrido con el accidente de tránsito en el que estuvo involucrada una de las empleadas de Diario del Norte, en donde al llevarla a la clínica la tuvieron haciendo cirugías inoficiosas que no iban relacionadas con la verdadera situación de salud que le generó estar debajo de un vehículo.

Lo que buscaba la clínica era agotarle la capacidad de pago que tenía el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito –Soat– del vehículo. Una vez usada toda la capacidad de permanencia en la clínica, a la paciente la dejaron abandonada, mientras que a sus familiares les correspondió hacer usos de sus recursos personales para salvarle la vida, llevándola a otra clínica en donde la conclusión fue que se había perdido mucho tiempo ya que los anteriores centros clínicos  no le había tratado las heridas y fracturas.

A todo ese tipo de irresponsabilidad institucional y médica, ¿quién la castiga, quién le presta atención? ¿Será que para la Fiscalía en este país nada más está hecha para buscar políticos corruptos y no médicos y entidades corruptas?