Decíamos al inicio de esta semana, que el conflicto armado en Colombia ha tenido una transformación desde el momento que tuvo esas mutaciones de lo rural a la ciudad, situaciones que se han incrementado aprovechando que el Ejército ha dejado de combatir a la insurgencia para resguardarse en las guarniciones militares, mientras que por parte de la Policía no es notorio la seguridad que le debe entregar a los ciudadanos que andan por las calles.
Por nuestra posición frente al tema de la inseguridad citadina recibimos las críticas de varios de nuestros lectores quienes no comparten que los empresarios y los ciudadanos de bien están en un ‘conflicto con muchas desventajas’, en desventaja porque los delincuentes están bien armados y nos están azotando, mientras que el comerciante, el empresario y las personas de bien no pueden cargar un arma con salvoconducto porque el mismo Estado restringe su porte.
No podemos negar que estamos en un conflicto armado en desventaja para el ciudadano de bien porque son sometidos a una vejación por parte de los delincuentes, quienes se encuentran armados hasta los dientes y cometiendo actos delincuenciales sin que exista una autoridad que los ponga a buen recaudo y los pocos que capturan son dejados en libertad por los jueces. A esto se le suma la debilidad que tienen las normas existentes en Colombia y quienes administran la justicia pareciera que fomentaran la impunidad enviando para la casa a los delincuentes para que sigan cometiendo delitos, mientras que a una persona de bien mediante un acto de su propia defensa le aplican con rigurosidad todo el contenido de la ley.
Si revisamos los últimos hechos delincuenciales que han ocasionado la muerte de varias personas en el departamento de La Guajira, podemos intuir que los delincuentes están mejor armados que la Policía, que no hay quien los controle y para ellos no existe la restricción de armas decretada por el Estado. Y qué decir de los indígenas que atracan en las vías Riohacha – Maicao, Riohacha – Sur de La Guajira vía Cuestecita o Maicao – Cuestecita con el famoso ‘Cajero electrónico’, un flagelo que impacta negativamente en los usuarios, pero históricamente a las autoridades le ha quedado grande.
De los delincuentes de Riohacha nadie se salva. La ciudad ha perdido el control de algunos mototaxistas que no respetan el tramo prohibido para circular sus vehículos y su descontrol atemoriza a los habitantes del centro de la ciudad y en la que los delincuentes se mimetizan con los mototaxistas que trabajan honradamente.
Hemos dicho que el conflicto que encierra y afecta a nuestra sociedad, ha experimentado unas mutaciones con distintos modus operandi que han permitido dejar a un lado los actos delincuenciales de la zona rural y se han tomado al casco urbano de los municipios en donde se están fortaleciendo organizaciones criminales y el delincuente de poca monta, aumentando el raponazo, el cosquilleo, el hurto y el fleteo.