Nos estamos acostumbrando a los eventos virtuales. Eso lo concluimos desde que comenzó el aislamiento preventivo en Colombia en donde nos obligaron a participar de los acontecimientos masivos a través del Internet y las plataformas digitales.
Hasta hace poco tiempo, quienes consideraban que la tecnología era un tabú y quienes criticaban el hecho de pasar pegados a una pantalla no era lo normal, hoy cuando las autoridades están flexibilizando el acercamiento entre personas, previo cumplimiento de las medidas de bioseguridad, observamos mover con mucha agilidad el dedo índice frente a una pantalla táctil de celular para estar informado, comunicado y enterado de los temas de trabajo o personales.
Decíamos en algún momento que muchas personas añoraban la tradición de ver y escuchar las competencias folclóricas en los tarimados, así como el saludo y el abrazo entre quienes asiduamente acudían a los diferentes festivales para estar cerca a los concursantes o deleitarse de la presentación de los artistas que estaban en lista para amenizar el evento.
Esto ha cambiado. Nos estamos acostumbrando a participar de las parrandas, los conciertos y los festivales de manera virtual, tanto que muchos de los que se oponían aceptar la tecnología, hoy están cayendo en el uso inmoderado de los teléfonos celulares lo que puede estar rayando con la adicción tecnológica.
Los tiempos han cambiado y las circunstancias de la pandemia nos han obligado a modificar las costumbres al momento de levantarnos, tanto que entre los cuadragenarios y los octogenarios que tenían la tradición de hacer sus cosas o rituales a la hora de levantarse, muchos de ellos lo que hacen ahora de primero, es tomar el celular para leer la Biblia, para enterarse de los recados que les enviaron durante la noche o para enterarse de las noticias, entre otras cosas. Y pasando al plano folclórico, ya nos estamos acostumbrando a participar de las parrandas, conciertos y festivales virtuales, los juegos, recreación, ocio y entretenimiento a través de las plataformas digitales, tanto, que hasta los juegos de dominó los estamos haciendo en línea con conocidos o con quien aleatoriamente la plataforma nos coloque.
Todas las situaciones demarcadas como culturales, folclóricas, lúdicas y hasta nuestros quehaceres, quedaron hasta el mes de marzo de 2020 de forma análoga, simplemente porque los ciudadanos del tiempo se están convirtiendo en esclavos de las plataformas digitales; el mito de los relojes de pulso quedaron al descubierto que funcionaban con cuerdas o baterías y ya nos estamos acostumbrando a ver la hora en nuestro celular, los despertadores de campanas quedaron reducidos a nuestros dispositivos. Mejor dicho, nuestro celular se ha convertido en la suite presidencial, pero creemos que la tecnología no puede cambiar es el amor y pasión que le tenemos a nuestros familiares o a las cosas que hacemos.