Carolina Beatriz Epieyu es una niña de siete años que logró recuperarse de la desnutrición gracias a la atención y el amor que recibió de la familia Polanco Gómez en la ranchería Utta del Cabo de la Vela.
Allí llegó de meses y recibió toda la atención necesaria para su recuperación, en un acto de amor infinito y un ejemplo de cómo evitar que los niños wayuú mueran por factores asociados a la desnutrición.
Este es solo un ejemplo de cómo lograr salvar a los niños de un estado al que no deben llegar, y que debe convertirse en una posibilidad de crecer para esos menores que les toca sortear con la indiferencia del gobierno, porque no les garantiza la vida.
Mientras en la ranchería Utta, Carolina Beatriz sigue creciendo rodeada de amor, en la vía Uribia – Cabo de la Vela la fotografía es otra: cantidad de niños algunos desnutridos que salen a la carretera a pedir limosnas con la anuencia de sus padres, en un dejo de tristeza porque simplemente se está llevando a los menores a un mundo que no es el suyo, lejos de la alegría y el amor que merecen.
No es posible que este drama le haya quedado grande al municipio de Uribia y al instituto Colombiano de Bienestar Familiar, quienes no han encontrado la forma de proteger a los menores pues siguen exponiéndose en las vías por un poco de dinero.
Igual sucede con otros menores en la vía Manaure – El Pájaro – Mayapo –Riohacha, quienes también acompañados de adultos colocan obstáculos en la carretera para pedir dinero, en un acto triste y ante la indiferencia de las autoridades que poco interés muestran en el tema.
Es hora de que esta situación se tome más en serio, pues estos niños son el presente y el futuro de La Guajira y requieren de toda la protección posible para garantizarles un sano crecimiento y una vida digna.
A estos menores no se les puede convertir en mendigos por falta de atención, porque el futuro que les espera no será el mejor, pues es posible que muchos de ellos terminen participando de actos vandálicos para ganarse un poco de sustento.
Una vez más el llamado a todas las autoridades, para que por favor protejan a estos menores, así como lo demostró la familia Polanco Gómez con la pequeña Carolina Beatriz Epieyu.