Más que merecido el premio Nansen para los refugiados de Acnur, a la educadora cordobesa, Mayerlin Vergara Pérez, por su trabajo en La Guajira, para rescatar a niños, niñas explotados sexualmente y víctimas de trata.
Veinte años de su tiempo dedicado a la defensa de la niñez, como coordinadora Regional para La Guajira de la Fundación Renacer, nos habla de la templanza de una mujer que tiene claro que esas personitas requieren de todo el apoyo para valorar la vida.
Su trabajo es también una denuncia pública, para que las autoridades realmente se ocupen de la protección de la niñez y de los adolescentes, puesto que la violencia contra ellos es una situación que aumenta cada día, a lo que se añade a las víctimas de trata.
Mayerlin es solo uno de los tantos ejemplos que existen en La Guajira, que trabajan de manera silenciosa y desinteresada en favor de las comunidades vulnerables, especialmente de la niñez agraviada en sus hogares que creen encontrar en la calle un mejor trato.
Las cifras son alarmantes, la Fundación Renacer que lleva 32 años trabajando en el tema, ha asistido a más de 22.000 niños, niñas y adolescentes sobrevivientes de explotación sexual comercial y de otros tipos de violencia sexual y de género en el país, a lo que no escapa La Guajira.
Es decir, es un problema que se crece, y que requiere especial atención de la comunidad en general, pero especialmente de quienes ostentan cargos de poder para empezar a generar otras acciones que lleven a la protección de los menores lo cual debe iniciar por sus padres.
Como muy bien lo describe, Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, la dedicación inquebrantable de Mayerlin le ha permitido salvar la vida de cientos de niños y niñas refugiados y les ha devuelto la esperanza de un futuro mejor.
Y precisamente ese es el mensaje para las autoridades de La Guajira, devolverle a nuestros menores la esperanza de vida, pero para ello se requiere compromiso social, velar porque ellos crezcan en hogares funcionales, donde sus padres además de ese amor les puedan generar un mejor bienestar ganándose la vida dignamente, es decir, trabajando a pesar de las dificultades del momento.