La muerte de un menor de dos años al parecer por los golpes que recibió de manos de su padrastro, en el corregimiento de Papayal, zona rural de Barrancas, debe llamar la atención de las autoridades de La Guajira, para evitar que se siga atentando contra la vida de los menores.
Esta fotografía deja al descubierto un nuevo caso de violencia intrafamiliar, donde la madre del menor no lo protege, conducta que también se debe averiguar, como el miedo de su hermana de cinco años al observar como quien funge como su padre maltrata a su indefenso hermanito.
Este caso, que no es el único en el Departamento, debe ser revisado minuciosamente para tener claridad de lo que sucedió, especialmente para determinar por qué tanto abuso de un adulto contra un niño y por qué una madre no salió en su defensa y lo más triste, por qué los vecinos no alertaron a tiempo de la situación familiar.
La muerte del pequeño no puede quedar en la impunidad, se debe castigar ejemplarmente a quien no le permitió seguir con vida.
De acuerdo a las estadísticas que maneja el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, se han abierto 2.830 procesos administrativos de restablecimiento de derechos en favor de niños, niñas y adolescentes víctimas de maltrato infantil. De ese total 15 casos se han presentado en el departamento de La Guajira.
Además, la institución da cuenta que el 41% de los menores de 18 años en Colombia, han sufrido algún tipo de maltrato, ya sea físico, psicológico o sexual.
La cifra indica que se está lidiando en el país con una situación de maltrato infantil que debe alarmar a las autoridades, en el caso de La Guajira que no es ajeno a esa realidad, deben los mandatarios territoriales y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar definir nuevas estrategias para proteger a los niños, niñas y adolescentes, en donde necesariamente se debe involucrar a la comunidad para que sin miedo denuncie los abusos buscando que la autoridad actúe de manera inmediata.
No se puede volver a repetir la historia del pequeño Emanuel, que de manera brutal la persona que tenía el deber de protegerlo y de brindarle cariño, acabó con su vida, llevándose de por medio a una madre que no tuvo las fuerzas suficientes para defender a su hijo y a una hermana de cinco años que fue entregada a un hogar sustituto como medida provisional de protección.