No he visto palabra más perrateada y peor utilizada que el tal “asesinato” por parte de los redactores judiciales de la prensa escrita y hablada, periodistas y locutores, abogados, abogaditos y abogaduchos, senadores y representantes y hasta magistrados de todas las cortes y tribunales y para colmo jueces y fiscales, desconociendo con ignorancia supina, lo que significa esa terrible palabra, especialmente cuando se refieren a actos desafortunados de la Policía y el Ejército.
Será que los dos policías que detuvieron al señor Ordóñez cuando lo golpearon y le pusieron “una llave” para someterlo, tuvieron la intención de matarlo que es el primer agravante para que sea un asesinato, será que ellos premeditaron los actos en los cuales incurrieron o tuvieron que utilizar para someter al detenido que desgraciadamente falleció. De eso no se sabe nada, como cosa rara, pues ya no hay reserva sumarial, todo se sabe y se filtra.
Entonces como hablar a boca llena e irresponsablemente de asesinato cuando la actitud de los agentes no conllevaba el ánimo de matar y si lo golpearon fue porque opuso resistencia violenta, porque la policía, con lo acoquina que está, no golpea a nadie a no ser que se convierta en un peligro.
Qué asesinato ni qué carajo, ahí habrá de todo, menos el mentado asesinato, pero como fue un agente de la policía que incurrió en el homicidio y hay que acabar a la Policía, nadie los defiende, que se jodan y si alguien, como el MinDefensa saca la cara por ellos, lo obligan a pedir perdón. Lo hizo para cumplir la ley, pero no por gusto.
Asesinato y colectivo hay cuando le hacen la cacería a un camión lleno de soldados y policías que les ponen una bomba y los hacen volar como Ricaurte en San Mateo y fuera de eso al que quede vivo le pegan no uno, sino varios tiros de gracia en la cabeza, con sevicia, eso sí es asesinato y no actos de guerra como quieren llamarlo ahora.
Si queremos una verdadera reforma que fortalezca más a las Fuerzas Armadas y no que las deje inermes como lo pretenden, lo primero que tienen que meterle en la cabeza en las escuelas, es enseñarles a los oficiales para que estos se lo transmitan a los soldados y policías, que los civiles no son todos delincuentes ni sus enemigos, que al contrario, somos sus amigos y deseamos su protección. Hay que cambiar esa actitud y poner de parte y parte, que nos inspiremos confianza, que nos veamos como hermanos.