Un insólito hecho le ocurrió a la familia Martínez Cantillo del municipio de Fundación, Magdalena, puesto que dos días de haber enterrado a su padre Roiser, los llamaron a decirles que estaba hospitalizado.
La denuncia la hizo el portal web Serguimiento.co, que dice que todo comenzó el pasado 12 septiembre, cuando Roiser comenzó a sentir complicaciones para respirar, siendo llevado a la Clínica Santa Teresa de Fundación y posteriormente trasladado el mismo día a la Clínica de Alta Complejidad de Valledupar.
Roiser, de 75 años, fue recluido como un paciente con posible Covid-19, por tanto no dejaron entrar familiares y estaba aislado.
Según su hijo Roiser Martínez Cantillo, en la tarde de ese sábado pudieron conocer un reporte sobre el delicado estado de salud de su papá.
Relata que una vez internaron al Roiser (padre), fueron claros con los médicos que para intubar al señor debían contar con su autorización, sin embargo, eso no se cumplió.
“Unos conocidos que trabajan en la clínica le contaron a su mamá el domingo (13 de septiembre) a las 4:00 de la mañana que a mi papá lo intubaron porque la saturación había bajado, la tenía entre 70 y 75”.
Tres horas después, les notificaron que había entrado en paro y que estaba en el proceso de reanimación.
“A las 10:00 de la mañana llamamos al número con el que me había comunicado con él y me dicen que a mi papá lo habían estabilizado y no nos dijeron más nada, solo que dentro de 20 minutos iba a salir el médico para el informe. Pasó más de una hora y media, ya rayando la 1:00 de la tarde, que mi esposa se ofusca y pide hablar con el médico a ver qué está pasando y posteriormente le dicen que mi papá había fallecido por un cuarto paro respiratorio. En el acta de función dice que mi papá murió a las 9:30 de la mañana y nos avisaron a la 1:00 de la tarde”.
Una vez vivido todo esto, vino lo peor. El lunes 14 de septiembre, salieron desde Valledupar con destino a Fundación para sepultar a Roiser.
No obstante, el martes la esposa de Roiser (hijo) recibió una llamada del departamento administrativo de la clínica diciéndoles que el señor Roiser Martínez estaba hospitalizado.
Dos días después, una hija del fallecido viajó a la capital del Cesar para averiguar lo sucedido.
“Le dicen que ya lo dieron de alta, mi hermana les pregunta ¿qué cómo le van a dar de alta, a quién se lo entregaron, con quién se fue? Entonces no supieron que responder, se tiraron la pelota una a la otra, le bailaron el indio y mi hermana se vino”.
El día siguiente Roiser se trasladó a Valledupar con otro de sus hermanos para tratar de investigar qué pasó, tenían la preocupación que pudieron haber sepultado a otro cuerpo.
“Primero ingresa mi hermano mayor y le dicen que mi papá está en hospitalización, después entra mi esposa y le dicen que mi papá está en urgencias. Dijeron que hasta le habían entregado información a un tal José Castro y mi papá no tiene ningún familiar con ese apellido, nosotros somos Martínez Cantillo y mi papá era Martínez Caballero… Eran muchas las inconsistencias”.
Ante la falta de respuesta, se regresaron a Fundación a verificar el cadáver, percatándose de que sí era su papá y que la clínica estaba realmente equivocada.