Diego Maradona maravilló al mundo entero con su gran talento con la pelota. Durante su carrera dejó para el recuerdo muchas grandes jugadas y goles de gran factura, pero dos anotaciones en particular, ambas anotadas el mismo día y al mismo rival elevaron al diez al estatus de deidad terrenal del que gozó el resto de su vida.
El 22 de junio de 1986 cien mil personas sentadas en las gradas del estadio Azteca de Ciudad de México, y millones más en el resto del planeta, observaron a Maradona en su estado más puro. Argentina e Inglaterra disputaban los cuartos de final de la XIII Copa Mundial de Fútbol y curiosamente ambas naciones habían estado envueltas en la guerra de las Malvinas hasta no hacía mucho tiempo atrás. Dicho conflicto fue ganado por Reino Unido, por lo que la bronca del pueblo argentino con los ingleses estaba casi intacta aún.
En ese contexto, los argentinos veían en el fútbol una segunda oportunidad de superar a los ingleses, al menos en un campo de juego, y Diego, que ya era el referente del equipo, hizo realidad el sueño.
La primera parte de esta historia se dio al minuto 51 del compromiso. Cuando Jorge Valdano trataba de enviar una pelota a Maradona, el defensor inglés Steve Hodge intercepta el esférico y desvía el balón hacia arriba, en dirección a Diego. Este trató de cabecear, pero el portero Peter Shilton trató de despejar la pelota y la mano de Maradona llegó primero al balón, que salió rodando hacia la meta y el árbitro Ali Bennaceur convalidó el tanto. Esa era la ‘mano de Dios’.
Solo cuatro minutos después, Maradona desató la locura en la capital mexicana. El diez tomó el balón en la mitad de la cancha, y emprendió una carrera en la que se sacó a la mitad de la selección de Inglaterra, incluyendo al arquero Shilton, y remató de pierna izquierda para el 2-0. Ese fue ‘el gol del siglo’.