Los duques de Sussex celebraron este sábado el bautizo de su hijo Archie en el castillo de Windsor, a las afueras de Londres, con una ceremonia privada a la que asistieron familiares y amigos cercanos, y cuyos detalles apenas han trascendido.
Los padres diseñaron una ceremonia sin la presencia de los medios de comunicación, al contrario de lo que hicieron los duques de Cambridge con sus tres hijos, porque están decididos a mantener a su hijo como un «ciudadano privado».
El bautizo, por tanto, fue un evento de bajo perfil para los estándares de la realeza de este país, en el que tampoco estuvo presente la bisabuela de Archie, la reina Isabel II de Inglaterra, quien indicó que tenía otros compromisos.
Hasta el momento no se conocen muchos detalles de lo que fue la ceremonia y tampoco se conocen los nombres de los padrinos del primogénito de la pareja, el séptimo en la línea de sucesión a la corona británica.