La inseguridad es mirada y evaluada recurrentemente por los empresarios para identificar el grado o condiciones de confianza de una localidad, región o país en el cual se invierte.
Universalmente, se ha establecido la tasa de homicidios (número de homicidios por cada cien mil habitantes) como referente para medir el nivel de seguridad de un territorio.
Ospina & Giménez (2009) señalan que la búsqueda empírica de los determinantes de la violencia indica que la pobreza y la desigualdad son sus causas económicas más importantes. Así, la violencia condiciona la acumulación de factores productivos –afectando negativamente al capital físico, capital humano y capital social–. Además, conlleva un aumento de los costos de producción, daña la infraestructura social y deteriora la seguridad jurídica, incrementando el valor de transacción. Finalmente, condiciona la apropiación del beneficio generado por la actividad productiva.
De esta manera, las regiones que presentan un alto nivel de violencia son las que más sufren de desequilibrios económicos y estancamiento en su crecimiento. Desde el contexto local, haciendo un recuento histórico, la dinámica de la violencia en La Guajira durante gran parte del siglo XX, no correspondió a la que se presentó en la mayoría de las regiones del país, lo cual es explicable por sus características geográficas y por la diversidad de culturas establecidas en el territorio. Durante años sus habitantes, especialmente indígenas, mantuvieron confrontaciones intraétnicas que se arreglaban mediante las compensaciones que operan en los sistemas de usos y costumbres de este pueblo en la frontera colombo venezolana.
Sin embargo, en la actualidad, las necesidades de captura de rentas por los grupos ilegales, se ha unido a la migración que se masifica en el norte del Departamento. La población de Riohacha y Maicao se encuentra en alerta generalizada por el grado de inseguridad afectando las actividades económicas, especialmente en el turismo, lo que se convierte en un obstáculo para el desarrollo local y regional.
Cifras de homicidios
Con base en información de la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional e Interpol, en lo que va corrido al 31 de marzo de 2019, la mayoría de los homicidios presentados en el Departamento, han ocurrido en Maicao y Riohacha, sumando un total de 28 fallecidos, representando 62%. (Gráfica 1).
La tasa de homicidios en el departamento de La Guajira para el año 2018, fue 21 casos registrados. Llama la atención Maicao, posicionándose como uno de los más inseguros de Colombia. Su tasa de homicidios de 61 casos, triplica la cifra de varias ciudades a nivel regional. Vale la pena destacar que, el objetivo establecido por el Gobierno nacional fue de 19 homicidios por cada cien mil habitantes para el año 2018 (Gráfica 2).
Dicho comportamiento mantiene la misma tendencia con respecto a los municipios del Departamento. Mientras la cifra de homicidios en la mayoría de municipios no superaba 10 casos por el total de habitantes, en la localidad fronteriza esta cifra fue de 100, representando el 45% del total a nivel departamental (Tabla 1). Por su parte, Riohacha tuvo una participación del 29% presentando un aumento del 13% en la cifra con respecto al año 2017 donde perdieron la vida 56 personas por homicidio.
Con respecto al género, el mayor número de víctimas son hombres, representando el 94% de los casos registrados.
Frente a los grupos de edades, la mayoría de la población afectada son personas jóvenes y en edad productiva, es así como el 61% de las víctimas se ubican entre los 13 y 35 años. Vale la pena señalar que La Guajira se caracteriza por su población joven. Mientras las personas entre 0 y 30 años representan el 63% del total del Departamento, en Colombia la participación es del 52%.
Así las cosas, teniendo en cuenta que es un momento crucial para La Guajira, la violencia amenaza gravemente las posibilidades de desarrollo a largo plazo. El Banco Mundial ha llamado la atención sobre este tema a nivel regional, dado que un gran número de delitos y delincuentes acarrea grandes costos a los países que deben combatirlos, pero también para las actividades económicas, por los gastos elevados en seguridad que se genera.
Los empresarios del turismo nacional y las corporaciones internacionales de energías renovables están observando las potencialidades del Departamento, pero dichas condiciones desestimulan la confianza para quienes tienen deseos de invertir en la región.