A los políticos y politiqueros los observo desde la barrera

La sutil manera de realizar política en Colombia siempre llama la atención y no deja de ser diferente a la de otro de país de Latinoamérica, a veces con toque de carnaval político, con garotas y guacherna, otras como una corrida de toros de pobre sangre. En Sí, la temporada política se torna muy agradecida para un vasto sector de la población por los beneficios económicos recibidos, oportunidad de un trabajito, lista de libros, pasajes, láminas de zinc, arreglo de la calle del barrio, los uniformes del equipo de fútbol  o cemento, entre otros favores recibidos  por el aspirante al cargo público.

Otros en cambio, apostamos el sufragio a una mejora de la cosa pública para el país, para el Departamento o para el municipio, procurando que lleguen los poquitos aspirantes honestos con buena preparación y llenos de buenas intenciones.

Comparto con Aristóteles cuando afirmaba que “el mejor político o ciudadano debe tener amor propio y no menospreciar sus propios méritos. Él debe ser bueno con grandeza en cada virtud, siendo honorado por los demás, mostrándose moderadamente satisfecho. Es señal de hombre magnánimo no pedir nada, pero prestar ayuda pronta, ser digno y modesto con la gente. No obstante, no hablará de sí mismo ni de otros, ya que no se preocupa de ser alabado ni censurado”.

También es aristotélico cuando se refiere a la política como “el arte de gobernar”. También se matiza que es un arte, una doctrina y una ciencia que se ocupa de la actividad administrativa de los Estados; esto es, el gobierno, con la finalidad de resolver los problemas que plantea la convivencia colectiva garantizando resultados provechosos en la sociedad.

Así las cosas, la política es una actividad o profesión que se halla en casi todos los ámbitos de la vida humana: en el Estado, en las empresas, en las iglesias, escuelas, sindicatos, asociaciones y en cualquier otra forma de organización social; por lo que resulta muy difícil apartarse de ella, ya que esta tiene relación y alcances inmediatos con el sujeto social: El individuo, el ciudadano. Caso de los países escandinavos donde el político se convierte en un verdadero servidor comunitario.

Un buen ejemplo político es la saliente canciller Alemania, Angela Mercker, que dio muestras de desarrollo nacional ejecutando una política de integración, austeridad y disciplina en la UE, en cuanto a América tenemos a nuestro ‘Pepe’ Mojica, presidente probo.

No confundir el arte de gobernar con el arte de robar es mi recomendación para los futuros electos. Tratar de desdibujar del elector en ejercicio o del abstinente el planteamiento social manejado por el ciudadano común y que en Colombia no está alejado de la realidad es que la política es una de las prácticas más obscenas y corruptas, causante de diversos problemas que afectan la calidad de vida de los ciudadanos; y, por ende, del desarrollo y del progreso nacional.

Como ciudadano guajiro y totumero de nacimiento  y verdadero patriota, delimito la comprensión del concepto “política” como las dinámicas y acciones vinculadas propiamente a la búsqueda y ejercicio del poder estatal, actividad que en el contexto local, regional y local  ha sido degenerada, en primer lugar, por tantos actores opacos y cuestionables que en ella han intervenido; y segundo, por el desinterés social que considera irrelevante la participación política, por la fragmentación sectarista, así como del factor racista que excluye e instrumentaliza a los sectores vulnerables como las comunidades indígenas, campesinas y las clases sociales media y baja.

A quién no le gustaría estar honestamente en el Congreso de Colombia trabajando de la mano por el desarrollo de La Guajira y del país.

Vuelvo a invitar a los actuales aspirantes y  ciudadanía electora a retomar el camino de la rectitud para desterrar la opacidad, la demagogia, la apatía, el sectarismo, la exclusión y la instrumentalización del individuo que hoy por hoy  han contribuido a que la política y sus nobles fines se haya convertido hoy en politiquería: una práctica despreciable saturada de deshonestidad con la finalidad de satisfacer intereses personales o de grupos minoritarios que procuran privilegios en perjuicio de las mayorías, no más políticos, ni ejecutivos, ni contratistas llenando los patios de la Modelo ni conformando los ‘Pandora Papers’. En sí, evitar el saqueo del país presente por más de dos siglos.

Por lo anterior, señor sufragante, sufrague bien, hágalo por el mejor, es el presente y futuro del país el que está en juego, aseguremos y desarrollo sostenible para las nuevas generaciones de La Guajira y de Colombia.

Y usted señor aspirante a una curul en el Congreso o al solio de Bolívar, asuma el compromiso de hacer que la política sea vista como el remedio para los males del país y no como su causa. ¡Carajo!