Alfredo “Folidol” Gutiérrez, rey por
siempre y rebelde con causa

“Ya no me dicen rebelde en algunas emisoras, anuncian el disco de moda con Alfredo “Folidol” Gutiérrez”.

El aparte transcrito preliminarmente corresponde a la canción titulada ‘El envenenao’, de la autoría de Alfredo Gutiérrez, que grabó en el año 1971 y está en el LP así titulado, el cual ha venido a nuestra mente a propósito del conversatorio sobre su vida y obra que ha organizado Sayco con motivo de los 80 años de vida de ese caballero, que con su nombre da cima y altura a la música vallenata, en particular, y a la música colombiana en general.
El conversatorio que se realizará este lunes 17 de abril en el Salón Laureles del Hotel Dan Carlton de la ciudad de Barranquilla, como parte de los actos especiales que habrán de realizarse este año cuando Alfredo asciende con todos los honores recibidos al ‘octavo piso’, no solo es oportuno, sino merecido.
Su meteórica trayectoria, su catálogo, su comportamiento en los escenarios y fuera de ellos merecen ponerse de ejemplo a las nuevas generaciones de músicos, para que su legado permanezca incólume por los siglos de los siglos. Acertaron ‘Rafa’ Manjarrez y los demás directivos de la agremiación que representa los derechos de autor de los compositores colombianos con esta iniciativa, que sin duda tiene merecido el aplauso ciudadano, porque nadie merece por bonito, Alfredo merece eso y mucho más.
Tiene el tres veces rey vallenato, además, el mérito de haber descollado entre los intérpretes de la música vallenata partiendo desde abajo, no se voló ni un peldaño, y gracias a la mano generosa del maestro Calixto Ochoa llegó a Los Corraleros de Majagual, que se constituyeron para él, lo que es Cabo Cañaveral para los transbordadores espaciales; la plataforma de lanzamiento para escribir su propia historia, incluida su hazaña que más nadie ha podido repetir, de coronarse rey en ‘el papá’ de los festivales vallenatos, el de Valledupar, imponiendo su propio estilo, incluido un endiablado paso en la velocidad de los arpegios en cada interludio en la interpretación de la puya, lo que parecía un sacrilegio inicialmente, pero reconocido después como una prueba inequívoca de su genialidad.
Reiteramos nuestra opinión expresada con anterioridad en este mismo espacio, la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata está en mora de tributarle al ‘Rebelde con Causa’ el homenaje que se merece, y no puede ser más oportuno que celebrar en su honor la edición correspondiente al Festival 2024, coincidente con los cincuenta años de aquella vez cuando obtuvo la primera de sus tres coronas acompañado de Virgilio Barrera y Pablito López Gutiérrez, pero que pudieron ser cuatro, pero en 1996 pudo más la pasión que la razón, calificándose como el mejor a quien más corrió que a quien interpretó los cuatro aires con la cadencia y la ponderación que enseñan los años de experiencia.
Los directivos del Festival Vallenato deben colocar el oído al piso, porque ese homenaje los enaltecería a ellos, a la fiesta, y los despojaría de todo prejuicio.
Los homenajes se deben realizar por méritos y no por conveniencias comerciales, por algo la opinión pública ha estado unánimemente complacida por el homenaje a Luis Enrique Martínez, pero no sucedió igual con el realizado hace algunos años a otro personaje que ha aportado a nuestra música, pero que no tenía más méritos que estos para recibirlo.
Este hombre, que vio por primera vez la luz en la población de Sabanas de Beltrán, en el departamento de Sucre, el 17 de abril de 1943, tiene circulando entre sus venas sangre de los hermanos López de La Paz, en su nota melodiosa se advierte la impronta recibida de sus ascendientes pacíficos junto con Miguel, ‘Poncho’, ‘El Debe’, ‘Alvarito’, Navin, Román y Tuto López, entre otros que con su digitación han aportado para dar cima y altura a la música emblemática de Colombia.
Gutiérrez Vital es de los denominados músicos completos que están en vía de extinción en el vallenato, toca el acordeón, compone las canciones, él mismo las canta y hace improvisación. Arma letal en la piqueria no le es indiferente, sus obras son clásicas y recurrentes en la radio colombiana, muy a pesar de los famosos planes de medios que han invisibilizado a quienes no invierten grandes sumas para sonar, entre otras ‘Chila’, ‘Ojos gachos’, ‘la paloma guarumera’,’ Ana Felicia’, ‘El envenenao’, ‘Papel quemado’ y ‘Cabellos largos’, entre otras.
La verdad, es que los nuevos intérpretes de la música vallenata no deben olvidar a Alfredo como un gran referente para emularlo, no para copiarlo. Él comenzó tratando de ripostar a la rápida digitación de Aníbal Velázquez, tocando guarachas y también clásicas canciones vallenatas, después continuó sus primeros pasos siguiendo con Los Hermanos López la escuela de Luis Enrique Martínez, y a partir de allí creó su propio estilo, es decir, que allí está el ejemplo de quien ha triunfado y sobrevivido a varias olas, sin despelucarse, brincando, saltando y soplando con ocho pisos encima, precisamente por disciplinado en su vida y aplicado en su oficio.
Como suele suceder en toda esta vida, donde uno se encuentra con gente buena y también con gente mala, tiene Alfredo un sector minoritario de melómanos que no lo quieren, ese es problema de ellos, a las avispas les ha sido imposible convencer a las moscas que el exuberante olor de las flores es mejor que el repugnante olor de la basura, algunos lo rechazan por intereses estrictamente comerciales, otros porque han querido ser como él, pero no han podido, y otros porque nunca se ha dejado manosear, por ser un rebelde, nada de lo dicho es extraño en un país, en el cual toca hablar de nuestros éxitos muy bajito porque la envidia tiene el sueño muy… pero muy liviano.
¡Felicitaciones a Sayco y a Alfredo!