El mundo financiero es uno sólo. Y recuerdo los debates en clases de pregrado sobre la relación del Derecho y otras disciplinas, entre ellas la Economía. Lo cierto es que, hay fenómenos que definen una época. Desde el momento en que aparecen, nada sucede que no se refieran a ellos o sus efectos.
Desde que se descubrió el virus denominado coronavirus o Covid-19 en la provincia de Wuhan, China, de inmediato tuvo efectos colaterales a la pérdidas de vidas humanas —lo que ya de por sí es muy grave— sobre todo en población de adultos mayores, por lo que han sido millares de recomendaciones para prevenir la propagación y romper la cadena de transmisión por todo el mundo.
Mientras los científicos hacen lo necesario para encontrar su cura, desde el punto de vista del Derecho y la Economía, preocupa las consecuencias que contrae.
En el último informe estadístico publicado por el Dane, el desempleo aún se estanca en dos dígitos, llevando a la conclusión que debemos como Estado hacer mayores esfuerzos con el objeto de brindara los colombianos empleos formales. Y no ponemos en duda, que las acciones públicas por parte de los gobiernos para ir cerrando esa brecha sea la indicada. Hay que ser más audaces.
Preocupa que las iniciativas público – privadas sean aisladas y no se logren articular verdaderos objetivos, en procura de atacar el desempleo y la informalidad campante que carcome nuestra sociedad y desbarajusta los valores familiares.
Prácticamente hay una parálisis en los centro de producción y generación de ingresos que logren ayudar a la base de la pirámide de la economía, por ellos los gobiernos deben ser inteligentes, sino corremos el riesgo de quedarnos posterior a este período especial, con mayores problemas de afectación económica de nuestro entorno.
Y esa base piramidal la encabezan las empresas pequeñas, medianas y grandes. Por lo que es el momento para que el Ministerio de Trabajo y sus agentes, se pongan las pilas en la inspección y vigilancia que deben tener respecto a una posible “masacre laboral” ya que se siente en el ambiente, una insana voluntad de suspensión o terminación de contratos laborales imputable al empleador. Aquí no se trata de desproteger a unos u otros, pero sí que ambos derechos sean tenidos en cuenta por las administraciones públicas al momento de expedir con urgencia los actos que contengan mecanismos de protección económica, para que luego no sea peor el jarabe que la enfermedad. Fórmulas imaginativas y razonables mientras superamos este período deben tener empresarios y gobernantes.
Desde hace días se viene presentando en La Guajira despidos masivos por diferentes razones, por lo que se impone un Plan Laboral para La Guajira articulado por el Gobierno nacional, departamental, municipales, los empresarios y comerciantes e impedir que seamos en las próximas estadísticas, el Departamento con mayor tasa de desempleo del país y lo peor, sin perspectiva de generación de fuentes de empleo.
En medio de la turbulencia y dificultades debemos encontrar puntos fundamentales y lograr salir a flote, por lo que este coronavirus aparte de erradicarlo, debe sacar de nosotros las mejores iniciativas y encaminar el rumbo.