Pareciera ser que además de los motivos políticos y étnicos, que motivaron la renuncia hace un año de Evo Morales a la Presidencia de su país, un extraño metal, el Litio, del que Bolivia, tiene las reservas más grandes del mundo, aún sin explotar, habría podido desempeñar un papel crucial en la crisis, que terminó con el actual exilio en Argentina del líder aymara, que gobernó ininterrumpidamente durante 14 años. Para lo que se “ayudó”, con repetidas reformas constitucionales que habilitaban sus aspiraciones para mantenerse en el poder.
Aún cuando, la abrupta salida de Morales del Palacio Quemado, sede gubernamental, originó en principio dos lecturas diferentes, pero no necesariamente contradictorias, en una de las cuales alcanzó a entreverse la de los capitales extranjeros que estarían en juego.
La una, la versión oficial, avalada por la OEA, que denunció fraude electoral en la segunda vuelta, en medio de refriegas y desmanes populares, con la aquiescencia incluso de sectores militares, que pidieron la renuncia del primer mandatario, lo cual permitió el gobierno provisional hasta hoy, de Jeanine Añez, tercera en la línea de sucesión presidencial, según la carta constitucional, lo que sin embargo, no evitó que sectores oficialistas hablaran de un golpe de Estado, auspiciado por Washington y el Pentágono.
El anuncio de nuevas elecciones hecho por el dimitente mandatario, a realizarse el tercer domingo de octubre, fue avalado por el Grupo de Puebla, y también por EE.UU., Colombia y Perú.
La otra versión es la que tiene que ver con los intereses económicos de potencias mundiales, como China, EE.UU. y Rusia, que habrían puesto sus ojos en la exploración, explotación y comercialización del Litio, materia prima indispensable para los carros eléctricos en el inmediato futuro, ante la crisis del petróleo y gasolina, y frente a lo cual es conocida la posición de Morales, cuando se trata de los recursos naturales de su país, como ocurrió con la renacionalización del petróleo, y la llamada guerra del agua y gas, durante sus gobiernos.
Luis Arce, heredero de Evo, y según algunos, “padre del milagro económico”, del MAS, (Movimiento Al Socialismo), entre 2006 y 2014, con el aymara David Choquehuanca, excanciller, como fórmula vicepresidencial; el expresidente Carlos Mesa, historiador, literato y periodista, centro derecha, de Comunidad Ciudadana (CC), y el empresario católico Luis Fernando Camacho, son los más opcionados en esta batalla electoral, que probablemente se resuelva en una segunda vuelta en noviembre próximo.