En términos agronómicos, abono es cualquier tipo de sustancia, orgánica o inorgánica, que contenga cantidad de nutrientes en forma asimilable por las plantas o que haya que agregarle al suelo para mejorar su fertilidad, en el evento en que este presente alguna deficiencia manifiesta.
Los abonos inorgánicos, conocidos como fertilizantes, son aquellos que le aportan ciertas cantidades de nutrientes minerales a las plantas en forma elemental y, por lo general, son fabricados en grandes factorías y vendidos al público, al por mayor y al detal, en los almacenes agropecuarios de reconocida responsabilidad. Sus elementos constitutivos se dividen en mayores y en menores. Los mayores, a su vez, se subdividen en primarios y en secundarios; los primarios son el Nitrógeno, el Fósforo y el Potasio, cuyos símbolos químicos corresponden a N, P y K, respectivamente, en tanto que los secundarios son el Calcio, Magnesio y Azufre, con símbolos Ca, Mg y S, en ese mismo orden. Por otra parte, los elementos menores u oligoelementos son: el Manganeso (Mn), Hierro (Fe), Cobre (Cu), Boro (B), Zinc (Zn), Molibdeno (Mo) y Cloro (Cl).
Entre los fertilizantes existen dos clases: los simples y los compuestos. Los simples son los que contienen un solo macroelemento, bien sea el nitrógeno, fósforo o potasio; en tanto que los compuestos constan de dos o más de cada uno de ellos en un solo producto, al cual se le suele agregar uno más macroelementes secundarios y/o micronutrientes, acorde con las circunstancias.
Los macroelementos son los que mayor cantidad necesitan las plantas para crecer y producir. Cabe agregar que, en otros tiempos muy lejanos se creía que las plantas absorbían los elementos necesarios para su manutención solamente por las raíces; más tarde – hace relativamente poco tiempo – se descubrió que también lo hacen por los estomas de las hojas aplicados mediante el sistema de aspersión, principalmente el nitrógeno y los micronutrientes, pero en menores cantidades, en comparación como lo hacen por el sistema radicular, siempre y cuando estén disueltos en el agua y sean recomendados por un ingeniero agrónomo.
Algunas de las muchas formulaciones de fertilizantes con macroelementos primarios son: 15-15-15; 20-30-10; 40-20-0; 40-0-20; 0-40-20, en que el primera cifra indica el porcentaje de nitrógeno; la segunda, del fósforo; y la tercera, el del potasio, en 100 kilos del producto, a los cuales algunas veces se le agrega uno o más macroelementos secundarios y/o uno o más oligoelementos.
Por otra parte, los abonos orgánicos son los que están conformados por residuos vegetales y/o de animales en descomposición hasta llegar a convertirse en humus, que es la máxima expresión de dicha descomposición para que sus componentes minerales sean absorbidos por las plantas.